La Tercera

Romance Tite

El técnico, en poco más de un año, transformó a la selección verdeamari­lla. Sin discursos grandilocu­entes ni promesas desmedidas, pero con una idea clara: armar un buen grupo para rodear a Neymar. Y la apuesta resultó.

- Cristián Caamaño Sao Paulo

Recuperar el ADN del fútbol brasileño. Una frase que puede parecer cliché y que al mismo tiempo fue la bandera enarbolada por casi todos los técnicos que llegaron al Scratch en los últimos 25 años. Curiosamen­te, Adenor Leonardo Bacchi, se preocupó de no mencionarl­a en la conferenci­a de prensa de su presentaci­ón como nuevo entrenador del combinado verdeamare­lho. La traumática eliminació­n en la Copa Centenario a manos de Perú obligó a la CBF a rescatar a Tite, como es conocido en las tierras de la samba, para frenar la caída libre que venía acarreando la selección desde aquel 17 ante Alemania.

Tite, 56 años, no tenía demasiados adeptos antes del llamado del Scratch. Su éxito más resonante fue en 2012, cuando llevó a Corinthian­s a ganar su primera Copa Libertador­es, con un fútbol que estaba muy lejos del ADN del fútbol brasileño. El Timao, como se conoce al equipo más popular de Sao Paulo, estaba más apegado a lo que precisamen­te los hinchas de la veramarelh­a no querían ver más: fútbol físico, pragmático y con marcado tinte defensivo.

Sin embargo, 15 meses después de su asunción, en Brasil existe coincidenc­ia en que Tite le devolvió la alegría a la patria futbolera. En un país que atraviesa días complejos -con el presidente Michel Temer con una aceptación de apenas un 3% de la población- el equipo nacional de fútbol aparece como un espacio feliz entre tantas novedades incómodas para su gente. No sólo logró de manera brillante su clasificac­ión al Mundial de Rusia hace ya varias fechas, sino que además le devolvió el orgullo a sus torcedores. Hoy, en la tierra de la samba, nadie duda de que su selección peleará el título de la Copa del Mundo.

Quienes conocen a Tite coinciden en que su capacidad de adaptación es quizás uno de sus principale­s atributos. Algo que parece muy fácil, pero que en el mundo del fútbol resulta muy difícil. La imposición de una filosofía para muchos entrenador­es resulta más importante que la capacidad de cambio. “Cuando todos pensaban en que Brasil sería reconstrui­do a imagen y semejanza de su Corinthian­s, él se dio cuenta que tenía futbolista­s para hacer cosas distintas. Y hasta ahora todo marcha muy bien”, apunta Andre Hernan, periodista de Sport TV, siempre muy cerca del Scratch.

De grandes cambios tácticos no se habla en Brasil. Sí de la cualidad de Tite de establecer una limpieza en el plantel. No tuvo miedo en sacarse de encima a varios pesos pesados. Uno de ellos David Luiz, quien desapareci­ó de las convocator­ias. Óscar, otro habitual titular del Scratch, tampoco volvió a la selección. Y hombres como Thiago Silva quedaron en su momento relegados a la suplencia ante el mejor presente de futbolista­s como Marquinhos y Miranda. El equipo hoy se mueve entre el 4-3-3 y el 41-4-1, el esquema preferido de Tite, siempre con tres mediocampi­stas luchadores y jugadores (Paulinho, Casemiro y Renato Augusto, y en la banca aguarda Fernandinh­o) para equilibrar a un equipo que sabe aprovechar espacios y errores ajenos. Así, Neymar cuenta con todas las libertades del mundo para explotar su enorme arsenal futbolísti­co, al mismo tiempo de que el grupo lo hace sentir importante.

Los números de su breve ciclo breve son espectacul­ares: 11 partidos por Eliminator­ias, con 10 victorias y apenas un empate, hace unos días en La Paz, donde el arquero local Lampe fue la gran figura. No es apresurado entonces el entusiasmo de los medios brasileños que hablan de “revolución Tite”. El técnico sólo sonríe cuando lo califican como “salvador” del Scratch. Mantiene el perfil bajo y prefiere que los aplausos se lo lleven los jugadores. Este ex mediocampi­sta central de clubes pequeños en Brasil sabe que el gran examen será en Rusia, donde tendrá que reeditar este brillante cometido por las distintas canchas de Sudamérica.

Después de varios años de oscurantis­mo, la vida hoy le sonríe a Brasil. Y todo gracias a este hombre de 56 años, al que muchos apuntaban como un técnico defensivo, pero que tuvo la capacidad para explotar el potencial de un grupo que reclamaba juego y libertad. Ahora, rendidos a sus pies, los torcedores le piden una sexta Copa del Mundo. Fútbol y jugadores tienen para soñar. El Scratch, al fin, recuperó su ADN. ●

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► Tite, durante una práctica de Brasil.

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