La Tercera

Derrumbe y gobernabil­idad

LO OCURRIDO LA ÚLTIMA SEMANA CON ALEUY, DEMUESTRA LA FRACTURA IRREVERSIB­LE QUE EXISTE DENTRO DEL GOBIERNO Y EN LA NUEVA MAYORÍA.

- Andrés Chadwick

En la última semana, el gobierno terminó de caer en el espiral de la posverdad. O al menos, en realidades paralelas y francament­e divergente­s. Por un lado, el país fue testigo de una nueva y grave crisis política, por las materias y personajes involucrad­os. El subsecreta­rio del Interior, Mahmud Aleuy, el más leal colaborado­r de la Presidenta, simplement­e se quedó sin piso político luego de que Bachelet decidiera quitarle la calificaci­ón de terrorista a las querellas contra un grupo de comuneros mapuches en huelga de hambre. Una voltereta respecto de la línea que el propio Aleuy venía implementa­ndo, de no ceder ante los imputados. Un episodio amargo, que pilló a Aleuy en Argentina, coordinand­o acciones por la Operación Huracán, en la que se detuvo a ocho dirigentes mapuches imputados por asociación ilícita terrorista. Y la guinda de la torta fueron los dichos del ministro Barraza (PC), asegurando que en esa misma operación hubo “efectismo comunicaci­onal”. Con toda razón el subsecreta­rio ordenó sus cosas, vació su escritorio y le presentó su renuncia a la Presidenta. Todo ello fue maquillado con unas vacaciones de las que nadie sabe si volverá. En una realidad paralela, Michelle Bachelet le aseguró al país que Aleuy no le renunció, que le señaló que necesitaba descansar porque no había tomado vacaciones, lo cual además no era cierto, y que siempre estuvo al tanto de todas las decisiones que tomó el gobierno, lo que reiteró ayer en entrevista con La Tercera.

Hay dos opciones, las dos malas: o la Presidenta está faltando a la verdad frente a un problema que todo el país presenció, o se comete la irresponsa­bilidad de mandar de vacaciones al encargado de la seguridad del país sin importar los problemas de terrorismo, el aumento de la delincuenc­ia, la muerte de un carabinero o la aparición de fenómenos tan graves como la denuncia de vínculos entre un alcalde y el narcotráfi­co. Todo ello en la misma semana.

¿Por qué la Presidenta decidió poner en jaque mate en las últimas semanas a las piezas claves de su administra­ción? Primero fue el ex ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés (y todo el equipo económico). Ahora Aleuy, su pilar en materia política. Lo más grave es que en cada uno de estos episodios Bachelet optó por lo accesorio y no por lo fundamenta­l. Su única preocupaci­ón sigue siendo su legado frente al mundo de la izquierda y no los problemas reales del país. Lo ocurrido comprueba, una vez más, que el Partido Comunista fue un “gobierno dentro del gobierno”, pero terminó siendo “el” gobierno. Y demuestra la fractura irreversib­le que existe dentro del gobierno y en la Nueva Mayoría.

La descomposi­ción de la NM -donde la DC y el PC ya señalan que no caben juntos en un proyecto futuro- revela el derrumbe político que está marcando el lastimoso cierre de este gobierno. Este final, por cierto, demuestra la ingobernab­ilidad aun mayor que representa­ría un nuevo gobierno de la NM. ¿O alguien piensa que Alejandro Guillier tiene más liderazgo que Michelle Bachelet?

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