La Tercera

Bachelet según Tironi

- Eugenio Rivera Fundación Chile 21

Eugenio Tironi sostiene que el afán reformista de Michelle Bachelet (MB) deriva de su identifica­ción con una “comunidad progre -liberal y cosmopolit­a– de Nueva York” que constituye­n en particular las Naciones Unidas. Sería una visión forjada en una atmósfera “bastante protegida” no sometida a las presiones de mayorías y minorías ni de los grupos de interés, mesiánica preocupada de los fines y no de los medios.

Es cierto que las diferencia­s entre el primer y segundo gobierno de MB requieren una explicació­n. El primero tuvo un sello básicament­e continuist­a, y si bien impulsó reformas importante­s como fue la creación del Pilar Solidario en pensiones (sin tocar a las AFP, ignorando el reclamo de muchos) no tuvo lugar el giro reformista que se esperaba en el momento en que el modelo empezaba a agotarse. El triunfo de Piñera fue el principal resultado de la ortodoxia aplicada. La rebelión estudianti­l y de otros movimiento­s sociales dejaron en evidencia el fracaso del modelo educaciona­l y, al mismo tiempo, que era posible imaginar un mundo distinto a la sociedad profundame­nte individual­ista en que se vivía.

Fuertement­e incidente en el curso que tomaría su segundo gobierno fue la reflexión política (aunque insuficien­te) que se generó a partir de la derrota del 2009 y de la movilizaci­ón social posterior. Los antecedent­es fueron el informe del PNUD de 1998 que resaltaba la incertidum­bre y vulnerabil­idad de los sectores medios, pese al éxito macroeconó­mico, para los cuales el modelo social existente no tenía respuesta. El Plan Auge de Lagos y las políticas de MB en su primera administra­ción constituye­ron primeras respuestas, en el marco heredado. Sería la educación la que mostraría que los problemas no eran resultado de una mala aplicación del modelo social heredado de la dictadura sino que eran justamente resultado de sus éxitos: la generación de grandes negocios en torno al sistema privado de educación, salud y pensiones. Esta visión no vino con MB desde los Estados Unidos. Al bajar del avión la idea de la gratuidad universal en educación no estaba presente ni tampoco introducir modificaci­ones de fondo a las AFP (de hecho, lo que se transmite al FMI en el 2014 es que la futura Comisión Bravo iba a presentar solo reformas paramétric­as). En lo que se refiere a la reforma tributaria, sus lineamient­os fundamenta­les habían sido diseñados ya en el 2012 por la comisión Lagos Weber.

Chile es muy distinto al del 2013; comienza la desmunicip­alización de la educación y la carrera docente es otra; no existe más el sistema binominal, se ha despenaliz­ado el aborto en tres causales; se instaló la unión civil y se ha propuesto una reforma previsiona­l que potencia y proyecta la solidarida­d hacia los sectores medios. Al mismo tiempo, la gestión política fue deficiente: la Nueva Mayoría aparece dividida y erosionada. Esto tiene más que ver con el estilo de gestión de MB basado en relaciones personales de confianza y en la falta de personal político para impulsar las reformas (producto de la crisis de los partidos). Todo ello lleva a encargar las reformas a personas que no están a favor de ellas; como botón de muestra, está el equipo económico que acaba de renunciar.

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