Crisis de identidad
MIENTRAS ROSALES DEFIENDE LAS CONCESIONES, GUILLIER SE PLANTEA COMO UN CONTINUADOR DEL GOBIERNO. LA CRISIS DE IDENTIDAD DE ESTA CANDIDATURA ES MÁS QUE OBVIA.
En los últimos meses me ha tocado debatir en varias oportunidades con Osvaldo Rosales. Él representando a Alejandro Guillier y yo a Sebastián Piñera. Para que no haya ninguna duda al respecto, tengo la mejor opinión de Osvaldo. Un economista serio y un servidor público de primera calidad. En los mencionados debates hemos tenido evidentes diferencias, pero también varias coincidencias. El diagnóstico de Rosales es que Chile necesita urgentemente recuperar la inversión, cree que hay que reducir los tiempos de aprobación de los grandes proyectos de inversión privada y estima prioritario recuperar el crecimiento económico. En todos esos temas coincidimos. Diferimos en el diagnóstico que ha llevado la economía chilena a los magros resultados obtenidos durante el actual gobierno. Mientras Rosales estima que el bajo crecimiento de Chile se debe mayoritariamente al bajo precio del cobre, mi opinión es que la debacle económica de los últimos cuatro años se debe mayoritariamente a la las malas ideas, la pésima implementación y la deficiente gestión del actual gobierno.
Respecto del futuro, la visión del jefe programático de Guiller es que Chile no podrá crecer sostenidamente a menos que el Estado invierta grandes sumas de dinero en investigación y desarrollo y que las empresas chilenas diversifiquen sus exportaciones. Nuestra visión es mucho más optimista. Confiamos en que la capacidad emprendedora de los chilenos está tan solo sofocada por un gobierno que los ha demonizado, denostado y puesto todo tipo de trabas burocráticas. Por lo mismo, estamos convencidos de que un gobierno que trabaje con los emprendedores y empresarios de nuestro país y no contra ellos, permitirá que se despliegue todo el potencial de creatividad de los chilenos. La principal razón que explica el salto del progreso económico y social en nuestro país durante los 30 años que precedieron a este gobierno, son las reformas institucionales que liberaron la capacidad creativa de los chilenos. Chile depende de los chilenos y no del precio del cobre.
Hasta aquí las diferencias con Osvaldo Rosales corresponden, más bien, a distintas visiones de la economía y de las determinantes del desarrollo económico. Todo muy civilizado. La cosa se pone más tensa cuando nos pasamos a la arena política. Osvaldo se irrita conmigo cuando le comento que él es un buen representante de la antigua Concertación, la de los presidentes Frei y Lagos, pero que su visión es muy distinta de la de Guillier. Mientras Rosales defiende las concesiones, los tratados de libre comercio y la privatización de las aguas, todas obras de la antigua Concertación, Guillier se plantea como un continuador de la obra del actual gobierno. Pero no se puede ser partidario de la retroexcavadora y de la obra de la Concertación al mismo tiempo. Cuando le pido a Osvaldo que se defina, él no esconde su irritación. De todas maneras todo termina siempre con un amistoso apretón de manos y nos vemos en el próximo debate. Pero la crisis de identidad de la candidatura de Guillier es más que obvia.