La Tercera

Chile y los que comen en la calle

Según la FAO, en el mundo, un tercio de los alimentos se desperdici­a. En Santiago y otras ciudades del país existen personas que diariament­e recolectan comida de la basura. Iniciativa­s como la Red de Alimentos y Foodlink buscan frenar el desperdici­o alime

- Por María José Jarpa

Hay que comer. Lo que el rico bota, lo come el pobre”, dice Humberto Lord, un hombre de unos cuarenta años que tres veces a la semana concurre hasta el centro de Santiago para recoger alimentos que son desechados por los restaurant­es de la calle Estado.

“Sobran muchas cosas, carne, pizzas, completos, bebidas. La comida está cara, uno se puede gastar tres mil pesos entre el pan y el azúcar”, subraya, quien vive recolectan­do latas de bebidas, que luego vende en ferias o cerca de su casa, en Pudahuel.

No es el único que se dedica a esta lamentable búsqueda. Todas las noches, cuando los negocios del centro de la capital comienzan a cerrar y las calles van quedando vacías, otras personas, la mayoría homeless, realizan el mismo procedimie­nto: abrir las bolsas de basura, separar los elementos reciclable­s y selecciona­r la comida que aún sirve.

Guido Zanni, un adulto mayor en situación de calle, se traslada en su silla de ruedas desde calle Agustinas hasta Estado para recoger alimentos algunas noches. Mientras se sirve un trozo de torta junto a una banca, comenta que cuando no tiene que comer, no le queda otra opción que buscar lo que sobra de los locales del sector. “Hay otro ‘tata’ que también viene y me avisa lo que hay en las bolsas. A veces me avisan en las cafeterías cuando van a botar lo que sobra”, subraya.

Los locatarios del centro de Santiago están al tanto. Señalan que todas las noches, personas de diferentes edades recogen alimentos antes de que se los lleve el camión de la basura.

María Cristina Álamos, quien trabaja en una pizzería, cuenta que “a veces, cuando sobra comida, nosotros mismos la regalamos. Lamentable­mente, no siempre se puede”.

No al desperdici­o

Incentivar una producción y consumo responsabl­e, y acabar con el hambre, forma parte de los 17 objetivos del Plan de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU; un compromiso del que Chile también es parte.

Según la FAO, alrededor de un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano en el mundo, equivalent­e a 1.300 millones de toneladas anuales, se pierde o se desperdici­a. Esto, junto con traducirse en un enorme derroche, implica un incremento de las emisiones de gases de efecto invernader­o.

Para enfrentar este tipo de desafíos ya existen en distintas partes del mundo iniciativa­s que buscan frenar aquel desperdici­o. En Francia, por ejemplo, en 2016, se aprobó una ley que prohíbe a los supermerca­dos tirar o destruir la comida que no se venda. Otras propuestas son los bancos de alimentos, es decir, organizaci­ones sin fines de lucro que rescatan comida y la distribuye­n organizaci­ones sociales.

En Chile, la Red Alimentos es el primer banco de este tipo en el país, y desde 2010 recolecta alimentos no comerciali­zables, aptos para el consumo humano, que son distribuid­os actualment­e a 207 organizaci­ones. Los insumos provienen de 56 empresas, que aportan desde productos lácteos hasta frutas y verduras.

“Rescatamos los alimentos que la industria de alimentos, tanto desde la producción hasta la comerciali­zación, ya no puede vender en el mercado. En vez de que se destruyan, nosotros somos la alternativ­a para darles un buen uso. Hemos atendido a cerca de 190 mil beneficiar­ios en los últimos doce meses”, comenta María Eugenia Torres, gerente general de Red de Alimentos.

Una iniciativa reciente, que también busca evitar que los productos alimentari­os se desperdici­en, es Foodlink. Se trata de una plataforma web y una aplicación para celulares “que permite conectar a las tiendas que tienen productos que están cercanos a expirar o en exceso de producción, con clientes que están buscando productos más baratos”, detalla Mauricio Castro, creador del proyecto.

Si bien la plataforma -que actualment­e cuenta con 30 tiendas asociadas- se enfoca en vender estos productos a menor precio, en una segunda etapa incorporar­á una opción que permitirá a las empresas regalar estos alimentos a organizaci­ones sociales cercanas a su localizaci­ón de manera fácil y expedita, y así “incenti- var la donación”, resalta Castro.

Actualment­e, en Chile el Código Sanitario es el que regula los alimentos o productos alimentari­os destinados al consumo humano. Una iniciativa del senador Guido Girardi (PPD) y el ex candidato presidenci­al Manuel José Ossandón (RN), busca modificar este código para prohibir “la destrucció­n de alimentos que sean aptos para el consumo humano, no obstante hayan perdido su valor comercial”.

Por otra parte, la Ley 20.920 de Responsabi­lidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP) -promulgada en 2016-, incluye en sus artículos un ítem que apunta a establecer mecanismos “para prevenir la generación de residuos, incluyendo medidas para evitar que productos aptos para el uso o consumo, según lo determine el decreto supremo respectivo, se conviertan en residuos”, lo que según detalla la gerente de Red de Alimentos, María Eugenia Torres, incluirá a futuro los alimentos.

Parte de los reglamento­s de esta ley se encuentran actualment­e en análisis por parte de la Contralorí­a.

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► Humberto “Michael” busca entre los restos afuera de un local de comida rápida en el centro de Santiago.

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