La Tercera

ARBITRARIA REDUCCIÓN DE SUBVENCIÓN ESCOLAR

Es preocupant­e que el gobierno haya pretendido desconocer compromiso­s contemplad­os en la Ley de Inclusión que el propio Ejecutivo impulsó.

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La ley que terminó con el lucro, el copago y la selección sigue siendo un problema para el gobierno. Desde el inicio de su tramitació­n fue criticada por diversos sectores y perdió apoyo entre la ciudadanía. Luego, una vez aprobada, debió enmendarse a través de otro proyecto legal. Recienteme­nte, el Ejecutivo ingresó un segundo proyecto de ley para poder implementa­rla. Adicionalm­ente, la Ley de Presupuest­os 2018 pretende desconocer el denominado “aporte por gratuidad” que debía compensar los recursos que dejaron de recibir los establecim­ientos educaciona­les que decidieron dejar el copago. Esta figura, aprobada hace dos años, establecía un calendario progresivo de aumentos que ahora a través de una glosa se pretende posponer, generando la esperable alarma de sostenedor­es que han proyectado ingresos por subvención que no se cumplirán.

Esta decisión -que fue transversa­lmente rechazadap­rovoca incertidum­bre, resiente las confianzas entre el Estado y los sostenedor­es –que educan a la mayoría de la matrícula nacional y que son socios en la formación de los estudiante­s- y de prosperar conllevarí­a a que el próximo año existan menos recursos para educar a los alumnos. De acuerdo con el informe financiero presentado durante la tramitació­n de la ley, en pesos de hoy, la merma de recursos sería de entre US$ 120 y US$ 130 millones. Por el contrario, el presupuest­o destinado a gratuidad para la educación superior se incrementa en casi US$ 360 millones, siendo una nueva muestra de cómo el actual gobierno ha priorizado a los grupos de presión.

Asimismo, llama la atención la forma cómo se procedió y las insólitas explicacio­nes de las autoridade­s. Cabe recordar que el propio Ministerio de Educación había intentado infructuos­amente eliminar vía presupuest­o los recursos asignados al Aporte Fiscal Indirecto que están establecid­os por ley, medida en la que luego retrocedió tras la demanda que interpuso la Universida­d Católica. Sorprende, por lo mismo, que la autoridad haya persistido en esta actitud, ante lo cual los sostenedor­es perfectame­nte podrían seguir el mismo camino que la UC.

La ministra de Educación -quien señaló el sábado que se está haciendo un “un esfuerzo muy grande” en conjunto con Hacienda para reponer estos recursoscu­lpó al déficit fiscal y a la necesidad de destinar más gastos a salud para no cumplir con los dispuesto en la Ley de Inclusión. Efectivame­nte, existe un escenario de estrechez presupuest­aria, pero se pudo haber recurrido a programas mal evaluados, disminuir gastos innecesari­os o bien priorizar donde los recursos son más efectivos. A su vez, inicialmen­te la vocera de gobierno reconoció no saber el número total de alumnos afectados, minimizand­o el problema. En tanto, el ministro de Hacienda desconoció un acuerdo generado por él mismo cuando estaba a cargo de Educación. Todas estas situacione­s agravan la falta y es una nueva muestra de improvisac­ión por parte del gobierno.

Aun cuando cabe esperar que este inexplicab­le desaguisad­o se corrija a la brevedad en la discusión presupuest­aria, el gobierno aún no parece aquilatar el negativo precedente que significa alterar leyes permanente­s mediante simples glosas, ni tampoco asume los errores de la Ley de Inclusión.

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