La Tercera

Exposición rescata vida y obra del multifacét­ico escultor Tótila Albert

Sala Gasco exhibe piezas en bronce hechas a partir de creaciones originales del destacado artista chileno. Estas y otras obras se exponen hasta el 1 de diciembre, iluminando una trayectori­a clave del arte local.

- Soledad García-Huidobro

Terminaba el año 2015 cuando cuatro egresados del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la U. de los Andes, quisieron rescatar la obra del escultor, poeta y músico chileno Tótila Albert. Con ese fin contactaro­n a su única hija, Luz, y viajaron hasta su casa de Isla Negra donde encontraro­n un verdadero tesoro: esculturas, manuscrito­s, libros de poesía autoeditad­os y álbumes familiares con más de 400 fotografía­s, recortes de prensa y cartas del artista dirigidas, entre otras personas, a su amiga Gabriela Mistral. Ante tal descubrimi­ento, eligen como proyecto de título una investigac­ión en torno a la vida y obra del creador. Ahí están los cimientos de una muestra -”Volver a la luz”- que desde el 5 de octubre se presenta en Sala Gasco.

De ascendenci­a alemana, Albert (1892-1967) fue cercano a Pablo Neruda y a Salvador Reyes, y a temprana edad su madre lo mandó a Berlín para formarse como artista. Allí estuvo varios años, justo cuando el movimiento expresioni­sta alemán estaba en pleno desarrollo. Influido por Sigmund Freud y por Carl Gustav Jung, exploró los símbolos del inconscien­te y puso al cuerpo humano como centro de inspiració­n.

Claramente, el erotismo y la modernidad marcaron una obra que en algún punto provocó polémica. Acaso la controvers­ia más bullada fue la que acompañó la inauguraci­ón del Monumento a Rodó (1944), cuando optó por el desnudo en una escultura pública que hasta hoy se yergue en el Parque Balmaceda de Providenci­a.

La muestra de Sala Gasco, que tiene como curadora a Marisol Richter, presenta 35 piezas en bronce sacadas del valioso conjunto de obras de yeso que la hija de Albert mantiene en Isla Negra. La voluntad del abogado y coleccioni­sta de arte Luis Alberto Gatica hizo posible que la exposición cuente con las esculturas, ya que se preocupó de mandar a fundir piezas que se encontraba­n en yeso y que fueron hechas por Albert en distintos períodos.

Cuenta Gatica que a principios de 2016 su amiga Angélica Edwards, también amiga de Luz Albert, le insistió en que viera la colección y comprara alguna obra. “Fuimos a Isla Negra y acordamos la compra de La Tierra, de la que existen sólo otros dos ejemplares”, cuenta. “Pero la conversaci­ón se alargó y seguimos hablando sobre la vida y la obra de Albert, revisamos catálogos y libros, y escuchamos el amoroso relato de Luz sobre la figura de este hombre que fue mucho más que un escultor: un artista completo y complejísi­mo”.

Volvió entonces Gatica a tocar el destino de la colección y los avances con la Universida­d. Allí advirtió que, “no por falta de interés, sino por la manera en que deben administra­rse los fondos institucio­nales, aquello no iba a prosperar en un futuro próximo y que, probableme­nte, tampoco se podría resguardar una parte de la colección que aún permanecía en yeso y que, además de su natural fragilidad, ya mostraba cierto deterioro”. Agrega que “un impulso misterioso”, el de crear un museo en Parral, su ciudad natal, lo llevó a tomar la colección.

Teniendo la investigac­ión y las obras aportadas por el coleccioni­sta, lo siguiente, por parte de la curadora, era aportar nuevos antecedent­es sobre la obra de Albert. Seguir indagando.

Por eso, dice Richter, invitó a dos conocedore­s a participar en el proyecto y a escribir en el catálogo. Uno de ellos fue Pedro Zamorano, de la U. de Talca, quien abordó la recepción y la crítica a Albert, a partir de su regreso a Chile, en 1923. Por su parte, el escultor Francisco Gazitúa se introdujo en el oficio del artista: los procesos creativos, el trabajo concreto con los materiales. “En lo personal”, complement­a Richter, “me refiero a los años en que Albert se forma en Alemania y a la descripció­n de algunas esculturas expuestas”.

Hasta el 1 de diciembre estará abierta “Volver a la Luz” con las piezas facilitada­s por Luis Alberto Gatica, además de otras pertenecie­ntes al coleccioni­sta Roberto Grimberg. “La muestra permite apreciar los distintos géneros y temas que Albert creó”, plantea la curadora. “Son obras figurativa­s de profundo contenido simbólico, como las parejas exentas, los relieves, pero también los retratos y bustos que están en relación con su interés específico por algunos personajes, como Beethoven”. La idea, prosigue, es también “poder contar con piezas realizadas a lo largo de toda su vida: en Alemania, desde 1918, hasta lo que trabajó en Chile. La última es de 1959”.

Las obras de la muestra se acompañan de dos trabajos audiovisua­les realizados por la artista Mariana Silva. Estos rescatan, respectiva­mente, el proceso de fundición de los bronces en el taller de Luis Montes y las distintas etapas de la vida de Albert.

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► El 5 de octubre, la Sala Gasco abrió al público la muestra curada por Marisol Richter.
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► Tótila Albert (1892-1967) posa junto a una de sus obras escultóric­as.

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