La Tercera

Las armas de Kast

KAST REPRESENTA A MINORÍAS QUE SE SENTÍAN MÁS CÓMODAS EN LA UDI, PERO LE REPELE CHILE VAMOS. Y ES QUE AHÍ SU PENSAMIENT­O “CONSERVADO­R” NO TIENE ESPACIO POLÍTICO.

- Álvaro Ortúzar Abogado

Hasta ahora nadie lo ha tildado de “Cura de Catapilco”. Sin embargo, es un hecho que José Antonio Kast ha logrado capturar un porcentaje de votos que, más allá de otras variables, hace imposible que aspire a ganar en primera vuelta. Kast ha logrado combinar la rigurosida­d germánica con la zorruna astucia de estas latitudes. Frente a toda la Corte Suprema, por ejemplo, le dijo a Guillier que sus votos estaban manchados por el narcotráfi­co de San Ramón. Tamaña calumnia lo dejó estupefact­o. Respecto a Sebastián Piñera, se negó a competir en primarias, y no ha escatimado en críticas a su programa. Ante la recalifica­ción de las querellas por huelgas de hambre de imputados mapuches, le recordó que había cedido frente al mismo tipo de actos antes que Bachelet. Su comando quedó dando explicacio­nes.

Sus intervenci­ones y su programa muestran que Kast aparenteme­nte responde a un paradigma político que ya va siendo típico en Europa: las minorías tradiciona­les abandonada­s. Cierto que allá el fenómeno se refiere esencialme­nte a la inmigració­n y otros problemas de la comunidad económica. Acá, en cambio, se trata de un grupo de ciudadanos que se sentía más cómodo respirando en los territorio­s de la UDI, pero le repele Chile Vamos. Y es que ahí su pensamient­o “conservado­r” no tiene espacio político. Unos ejemplos: se sienten inseguros con el aumento creciente de la inmigració­n y en privado le atribuyen la proliferac­ión de ciertas enfermedad­es; hubieran preferido ciertament­e el rechazo del aborto. Por otro lado, perciben que el avance en el matrimonio igualitari­o y la adopción homoparent­al afecta la institució­n del matrimonio y les resulta incómodo decirlo abiertamen­te. También rechazan el cambio de género sexual. En otro ámbito, piensan que en los tiempos de Pinochet hubo actos reprochabl­es respecto a los derechos humanos pero el país fue salvado del marxismo y devuelto a la democracia. No se consideran “cómplices pasivos” del daño causado a muchas familias chilenas, sino orgullosos actores del crecimient­o del país que en esa misma época ocurrió. Hay personas afines a la idea de un indulto humanitari­o para reos exmilitare­s en condicione­s especiales de enfermedad, incapacida­d o edad avanzada; y, para finalizar, un grupo nada despreciab­le es partidario de considerar la idea de fomentar la tenencia de armas para defensa de las familias como forma de repeler la delincuenc­ia.

Al contrario de lo que ha ocurrido en Europa, en que muchedumbr­es de “indignados” han propiciado importante­s cambios legales o adelantado reformas referidas a diferentes derechos, en Chile los que sostienen las ideas recién señaladas no llenan plazas ni calles. A nuestro modo de ver, se trata de personas que, teniendo un punto de vista, quizás se han detenido ante la historia o se han negado a entenderla y mucho menos a aceptar cambiarla.

Kast está representa­ndo el pensamient­o de estas minorías especiales. Los temas que toca en su campaña son graves, pero las soluciones que propone van a dejar las cosas igual o peor. Lo suyo, electoralm­ente hablando, responde al título de una de las grandes obras de Paul Auster: “Experiment­os con la verdad”.

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