La Tercera

COMPLEJO ESCENARIO EN LA DEMOCRACIA CRISTIANA

El espacio del centro político parece copado por parte de la actual oposición.

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El escaso nivel de aprobación que hasta ahora marca la candidatur­a presidenci­al de la Democracia Cristiana, es indicativo de una seria dificultad de este conglomera­do para perfilar una identidad de centro, tanto por obstáculos ideológico­s que subsisten en su interior, como porque ese espacio político va siendo rápidament­e ocupado por fuerzas alternativ­as.

La estrategia política y económica de la Concertaci­ón quedó definida en el primer gobierno tras la vuelta a la democracia, encabezado por el demócratac­ristiano Patricio Aylwin. En esencia, desde entonces, y hasta el primer gobierno de Michelle Bachelet, se descansó en la empresa privada, los mercados, y políticas distributi­vas financiada­s con impuestos para avanzar con “crecimient­o y equidad”. Con algunas reformas tempranas en materia laboral y alzas moderadas en tasas de impuestos, la impronta de los gobiernos concertaci­onistas fue de centro, con una preocupaci­ón por la modernizac­ión inclusiva del país, que puede ser atribuida en gran medida al rol relevante jugado entonces por la DC, junto a segmentos socialdemó­cratas de otros partidos de la coalición.

Tras la pérdida del gobierno en favor de la centrodere­cha, el segundo gobierno de Bachelet representó una reorientac­ión hacia la izquierda por parte de la nueva coalición -la Nueva Mayoría- que sumó el Partido Comunista a la Concertaci­ón. En este gobierno se cuestionó en forma sistemátic­a el modelo económico y social del país, estigmatiz­ando la acción del sector privado y promoviend­o el igualitari­smo y el estatismo. Una parte mayoritari­a de la DC adhirió con entusiasmo al nuevo enfoque y, compartien­do un ánimo refundacio­nal, insistió en una fuerte crítica y distanciam­iento de la obra de la Concertaci­ón.

Hoy la DC tiene problemas para restablece­r su imagen de partido de centro. Figuras muy relevantes jugaron un rol clave en las agresiones mayores al modelo de economía de mercado durante el actual gobierno. Así, por ejemplo, en la reforma laboral fueron protagonis­tas, Carolina Goic desde el Parlamento y Ximena Rincón desde el Ministerio del Trabajo. Es indudable la dificultad que representa que estas figuras estén actualment­e en la primera línea de liderazgo, para volver a perfilar la DC como un partido de centro. Junto a esto, no cesan de surgir en este partido evidencias de inclinacio­nes ideológica­s hacia la izquierda, que el debate interno no logra superar. Recién la semana pasada, 300 dirigentes, militantes y parlamenta­rios de la DC, firmaron un acuerdo con la Nueva Mayoría para segunda vuelta, con el objetivo de apuntar a la “unidad” de la coalición, lo que, a la luz del “continuism­o” de la campaña de Guillier, denota lo extendido de la atracción que sigue ejerciendo la izquierda al interior de la DC.

En este contexto, el espacio del centro político parece copado por la coalición de oposición, bajo el liderazgo de Sebastián Piñera. Objetivame­nte, más allá del énfasis de esta candidatur­a en restablece­r el crecimient­o y el empleo, sus definicion­es en materia tributaria y laboral -donde habría mucho por corregir para restablece­r una economía social de mercado pujante-, así como en temas valóricos, parecen cercanos a los eventuales postulados de una DC con vocación de centro.

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