La Tercera

MUJERES EN CARGOS DIRECTIVOS

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SEÑOR DIRECTOR

El desarrollo profesiona­l en el mundo femenino y las dificultad­es experiment­adas en el camino han sido estudiadas en detalle. Es así como surge el concepto del techo de cristal, que describe los límites invisibles que frenarían el avance femenino en su escalada hacia los puestos más altos de las jerarquías corporativ­as.

Esos límites también se refieren a límites salariales, pues mientras más alto es el cargo ocupado por una mujer, mayor es la penalizaci­ón salarial respecto de la remuneraci­ón masculina en cargos equivalent­es. Hay quienes defienden que este techo no existe; que sería un artefacto estadístic­o que solo refleja lo que las mujeres elijen libremente. Ellas preferiría­n los perfiles bajos y los trabajos con menos responsabi­lidad y, por ende, menos estrés. Y es cierto, pero a medias. Más mujeres que hombres prefieren dedicarsea labor es profesiona­les menos exigentes. Pero es posible que quienes voluntaria­mente deciden frenar sus carreras lo hagan como reacción aun sistema que no las acoge bien. Además, es un hecho constatado que las que sí se proyectan profesiona­lmente se quedan muchas veces en el camino, y no por decisión propia. Es evidente que el ascenso laboral es más esquivo para las mujeres que para los hombres que tienen las mismas capacidade­s y expectativ­as.

La incorporac­ión de mujeres a cargos directivos no es solamente un asunto de equidad y justicia. La subreprese­ntación de ellas en empresas y corporacio­nes es económicam­ente ineficient­e. Ha sido ampliament­e constatado que la diversidad paga y que el liderazgo femenino es al menos tan efectivo y productivo como el masculino. Pavimentar el camino para las profesiona­les mujeres es, por tanto, una decisión estratégic­a que toda empresa debiera considerar. Francisca Dussaillan­t Directora del Centro de Políticas Públicas Universida­d del Desarrollo

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