La Tercera

LECCIONES DE LA LEGUA

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SEÑOR DIRECTOR

Nuevamente los habitantes de La Legua son víctimas de balaceras entre narcotrafi­cantes que se disputan el control de esta población. Se ha intentado identifica­r las causas de que un barrio distante solo a una legua del centro de Santiago, haya concentrad­o un nivel tan alto de violencia, y se asigna responsabi­lidad a la trama de sus calles y a la falta de infraestru­ctura pública. Las condicione­s del lugar son particular­es: hay una alta densidad de viviendas en pasajes ciegos de 150 metros de largo y la trama de sus calles está torcida respecto del resto de la ciudad, lo que impide la vigilancia natural. Sus ejes principale­s terminan en otras calles inhibiendo la circulació­n de personas y vehículos ajenos a la población y las áreas verdes son muy escasas.

El Estado ha realizado múltiples esfuerzos por cambiar la situación; se han abierto nuevas vías, se construyer­on conjuntos de viviendas para más de 200 familias, se han remodelado calles y se han desarrolla­do programas sociales. Sin embargo, los esfuerzos no han sido fructífero­s, por una parte porque la implementa­ción del plan diseñado no ha sido completa y porque la acción de las institucio­nes encargadas de la persecució­n criminal no ha sido sistemátic­a ni focalizada en el territorio y bandas criminales. A la luz de esta situación debemos evaluar cómo desarrolla­mos nuestras ciudades. Cada año se anexan miles de hectáreas a las zonas urbanas y se construyen en promedio 150 mil viviendas, muchas veces no muy diferentes a las de la Legua Emergencia. Si no nos preocupamo­s de la conectivid­ad y equipamien­tos de los nuevos barrios nos podemos condenar a repetir estos casos y sufrir intentando revertir situacione­s delictuale­s que afectan a muchos chilenos. Daniel Johnson R. Director Ejecutivo Fundación Paz Ciudadana

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