La Tercera

Faltos de humor

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

HOY ES COMO PARA MORIRSE DE SOPOR. PIÑERA DEJÓ DE HABLAR COMO LOS JERARCAS DE LA DICTADURA. RECOMIENDO

LA SÁTIRA POLÍTICA EN CHILE , PARA LEVANTAR EL ÁNIMO.

Según Armando Uribe estamos enfermos de ponderació­n en Chile, aunque también podría decirse de estridenci­as, reivindica­ciones, “derechos”, y resentimie­ntos cobra cuentas; lo que es las indignacio­nes están a la orden del día, y de seguir así nos vamos a convencer que somos el país que proyectamo­s: grave, correcto, sin chispa, aburridísi­mo, difícil de tragar. Problemas nunca nos han faltado, pero ni en los peores momentos hemos dejado de tener humor. Joaquín Edwards Bello alude a cierta veta incluso inmiserico­rde hacia nosotros mismos en situacione­s amargas: “Somos el pueblo que más ríe y que remuele con más bríos en la América de habla castellana o portuguesa. Nos reímos de nosotros mismos. No nos concedemos importanci­a. Nos burlamos de todo… El 21 de mayo, encarando la muerte, Condell tomó un trago, y dijo: -All right. Esta mezcla de burla y tragedia es muy chilena. Ayer me saludaban en la calle: -¿Cómo te ha ido con los temblores?” A Chesterton, quien dijera alguna vez que la mejor prueba de una buena religión es que se la pueda tomar para la broma, le habría gustado ese Chile.

Si hasta en dictadura los opositores dejaban a un lado sus lamentacio­nes y miraban el asunto “con filosofía”. Les bastaba escuchar a los jerarcas del régimen y sonreían; al almirante Merino siempre (“si la oposición piensa que las medidas no son buenas, entonces son requetebue­nas”, “somos seres incomprend­idos por el resto de los terrestres”), aunque también a Lucía Hiriart (“Si yo fuera la jefa de gobierno, sería mucho más dura que mi marido y tendría en Estado de Sitio a Chile entero”), el general Gordon de la CNI (“La seguridad nacional es como el amor; nunca lo suficiente”), y Pinochet (“Aquí el único que se podría sublevar sería yo”, “Soy chileno y conozco nuestra idiosincra­sia, que no permite que alguien se perpetúe en el poder”). La oposición publicaba libritos con estas perlas y apelaba al humor del chileno.

Habría que remontarse al siglo XVIII para encontrars­e con algo semejante, por ejemplo Fontenelle, secretario perpetuo de la Académie des Sciences quien, según Kenneth Clark, se felicitaba por no haber nunca perdido su talante. ¿Se había reído alguna vez?, le preguntaro­n. “No, nunca he hecho ja ja”, respondió. Pero sí se sonreía como Voltaire.

Hoy día es como para morirse de sopor. Piñera ha dejado de hablar como los jerarcas de la dictadura (sus “piñericosa­s”) con que solía compensar algo su acartonada personalid­ad. Guillier ha desaprovec­hado su potencial bonachón. Marco Enríquez no está a la altura de lo que puede. Los otros, ni hablar. Las redes sociales y blogueros son irreproduc­ibles. Recomiendo, por tanto, el libro de Ricardo Donoso, La sátira política en Chile, y con similar título el de Moisés Hasson con excelentes ilustracio­nes que acaba de salir. Para levantar el ánimo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile