La Tercera

El ganador

- Andrés Benítez Ingeniero comercial

SI PIÑERA QUIERE EVITAR QUE LA META SE CONVIERTA EN UNA PESADILLA, DEBIERA CONVERSAR CON MACRI, PUES TODOS ALABAN SU MUÑECA PARA FORMA UNA ALIANZA SÓLIDA.

Es el mejor momento. Cuando se comienza a saborear el triunfo. Ese disfrute infinito de los últimos metros, esa adrenalina que se eleva al máximo sabiendo que la meta está ahí, esa sonrisa que comienza a aparecer en el rostro que sabe que ya ganó. Son sensacione­s increíbles, incluso superiores a cruzar la meta. Sobre todo, cuando la meta es ser presidente. Por eso, este es el momento de Piñera. El hombre ya sabe que va a ganar. Si no es primera vuelta, la segunda será un paseo. Va casi corriendo solo. Hace rato que dejó de mirar por el espejo, porque los otros vienen muy atrás. Tampoco es que piense mucho en el futuro. Simplement­e está disfrutand­o estos últimos metros. Es lo que correspond­e.

Pero el aspirante a ganador tiene otro gran beneficio: todos lo quieren. Algunos, porque siempre fue el favorito; otros, porque se quieren subir al carro del éxito. Como sea, el tipo se transforma rápidament­e en el mejor. Por eso, hoy Piñera no solo es el candidato con más votos. También es el político con mejor imagen positiva, dejando atrás no solo a sus contendore­s; supera incluso a personajes que hasta hace poco eran inmaculado­s, como los diputados Jackson y Boric. Si esto ya da para un banquete, todavía falta lo mejor, porque Piñera también aparece en las encuestas como el más confiable, honesto, preparado y con más liderazgo. Y entonces la fiesta es perfecta. Ese es el sabor que el candidato tiene hoy. El de la última vuelta cuando la carrera está ganada.

Piñera debe disfrutar esto, porque sabe que lo que viene será peor. Que, en política, el después es más duro, menos amable. Lo sabe por experienci­a propia, pero también es cosa de mirar lo que pasa en todas partes. O ver a la propia Bachelet que, sumida en la derrota, ha perdido todos sus atributos. Ya no es simpática, ni querida a los ojos de la gente. Quizá por ello, dijo esta semana: no se asusten, no volveré. El futuro presidente sabe que ese es un riesgo real. Casi inevitable en estos días. El ganador, una vez cruzada la meta, pasa a ser un tipo sospechoso. La llamada luna de miel ya no existe. Las críticas comienzan el primer día. Por eso hay que disfrutar ahora, que es cuando se puede.

Este fatídico destino tampoco está escrito. Hay algunos ganadores en política que logran doblarle la mano. Piñera tiene un caso muy cercano: Mauricio Macri. El Presidente argentino acaba de anotarse una gran victoria en las elecciones legislativ­as, derrotando a su archienemi­ga, Cristina Kirchner. Su receta fue simple; el gradualism­o. Más que en la gestión, o las reformas, Macri se concentró en estos primeros años en la política. Y hoy todos alaban su muñeca para formar una alianza sólida, imbatible.

Es cierto, se trata de un camino atípico para Piñera, un hombre acostumbra­do a andar con prisa por la vida. Pero, si quiere evitar que la meta se convierta en pesadilla, entonces debiera conversar con su amigo Macri.

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