DELITOS TERRORISTAS
SEÑOR DIRECTOR
Para considerar terrorismo el asesinato de personas, la colocación de bombas y el incendio de iglesias o camiones en Chile, se debe probar materialmente que la intención dolosa del acto criminal es generar pánico en la población con el fin de socavar la estabilidad del régimen político imperante y sustituirlo por otro.
Es cierto que es difícil probar ese dolo subjetivo, pero todos los panfletos, grafitis y pancartas encontrados en los ataques incendiarios del sur demandan con claridad la expulsión de agricultores y en particular de los Luchsinger, incluidos los que se encontraron en la casa de la machi Linconao o los que se levantaron el mismo día del asesinato de la casa de los Luchsinger Mackay, muchos aludiendo al fuego como instrumento de venganza y extorsión.
Parece que no basta afirmar que en Chile no hay terrorismo, porque la cuarta edición del Índice de Terrorismo Global elaborado por el Institute for Economics and Peace en base al promedio ponderado de muertes, lesiones y daños por terrorismo, pone a Chile un promedio de 2,445 puntos, por debajo de Estados Unidos (2,888), Francia (3,262) o Reino Unido (3,041), pero con más terrorismo que en México (2,33), España (1,847), Argentina (1,138) y Brasil (1,87).
Por eso podemos cuestionar la calidad de la evidencia que inculpa a los autores, pero no cabe duda de que el objetivo de los ataques no es lucrar económicamente ni destruir propiedades a través del fuego, sino causar pánico y temor en la población, a lo que hoy sumamos desconfianza y desesperanza ante la impunidad.
Mauricio Valdivia Devia
PhD investigador UNAB y teniente coronel (R) de Carabineros