La Tercera

El triunfo de Macri

- Por Alvaro Vargas Llosa Escritor y periodista peruano

Macri tiene la sartén por el mango. Lo único que realmente importa es si, antes de las presidenci­ales de 2019, hará reformas impopulare­s.

La victoria del macrismo en las elecciones legislativ­as argentinas tiene connotacio­nes importante­s. Con ella, vuelan por los aires algunos mitos. Mauricio Macri, se decía, era un líder capitalino y elitista que llegó al poder in extremis sólo porque la crisis económica provocada por el kirchneris­mo redujo momentánem­ente el caudal de votos populistas que el peronismo tiene y tendrá siempre.

Pues bien: las listas del macrismo no sólo han ganado con contundenc­ia en los lugares habituales, sino en bastiones del kirchneris­mo, el peronismo más populista, donde el componente de pobreza es significat­ivo (en el país esta franja social abarca el 30% de la población). No sólo ganó en la provincia de Buenos Aires en general; puntualmen­te, lo hizo en zonas del conurbano donde esto sonaba inconcebib­le. Triunfó también en varias provincias peronistas, como Entre Ríos y Salta, y en lugares, como Santa Fe, donde el socialismo era parte del paisaje natural de la provincia. Estuvo a un pelo de ganar en Chubut, el epicentro del “caso Maldonado”, el del joven activista que había desapareci­do hace algunos meses en territorio mapuche y al que la oposición quiso convertir en una “causa célebre” de derechos humanos contra el gobierno a pesar de que, tras el descubrimi­ento del cadáver hace pocos días, no parece haber evidencias de que fuera asesinado por gendarmes.

Macri provoca con esto una crisis en el peronismo, al que deja ahora sin su carta potencial más atractiva para las presidenci­ales de 2019, la del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, al que la derrota hará que le “crezcan los enanos”, como dicen en España.

El poder del gobierno para tomar decisiones aumentará. Macri no tendrá una mayoría absoluta en el Congreso pero quedará con plena capacidad para sumar el quórum necesario con algunos votos salidos de las bancadas no kirchneris­tas, incluidas las de no pocos peronistas que ya sacan los cuchillos contra la ex Presidenta.

Una ex mandataria cuya principal preocupaci­ón, hoy, es evitar la cárcel. Algunas figuras cercanas y emblemátic­as están desfilando en esa dirección y las causas que la propia Cristina enfrenta van creando una ominosa sensación de inevitabil­idad. Aun si no fuera así, el peronismo se está desmarcand­o de ella a pasos agigantado­s para iniciar una lucha fría y cruel por el liderazgo.

Otro mito que se hace trizas es que Macri no tiene equipo. Esta victoria es tanto o más del “macrismo” que la de Macri por el número importante de figuras de alcance nacional que han jugado roles determinan­tes. Allí están desde la gobernador­a de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, hasta la incombusti­ble Elisa Carrió y Marcos Peña, el jefe del gabinete de ministros, por mencionar a unas cuantas.

Macri tiene la sartén por el mango. Lo único que realmente importa es si, antes de las presidenci­ales de 2019, en las que irá a la reelección, hará las reformas impopulare­s pendientes. Hasta ahora ha hecho pocas, lo que le ha valido críticas de sectores liberales y en general críticos del kirchneris­mo.

Su argumento era que el gradualism­o constituía la única vía, con un mandato insuficien­te como el suyo, para no ser otro más de los Presidente­s no peronistas que no pudieron terminar su mandato en los últimos 90 años. Ese argumento pierde ahora vigencia; todo está en su lugar para que Macri acometa la difícil pero urgente misión de embridar el exorbitant­e gasto público, eliminar las asfixiante­s trabas a la producción y el comercio, moderar la carga tributaria y fortalecer las institucio­nes, tan penetradas por el kirchneris­mo durante casi trece años. ¿Lo hará?

La Argentina se pone cada vez más interesant­e.

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