La Tercera

PONLE COLOR

- Por Marcelo Contreras

Beck (47) alcanza para todos y así es posible a estas alturas preferir ciertos pasos de su carrera y soslayar otros dependiend­o del ánimo o el carácter. Probableme­nte los espíritus taciturnos sentirán cierta decepción ante este nuevo álbum, el número 13 de su discografí­a. Es una declaració­n en dirección contraria a Morning phase (2014), dominado por un ánimo contemplat­ivo y crepuscula­r para describir el paso de un día desde al amanecer hasta la oscuridad, aplaudido retorno tras seis años sin novedades. Sin embargo Colors fue desarrolla­do en paralelo a ese título intimista, incluso se anunció su publicació­n en la misma temporada.

Mientras en Morning phase Beck no tuvo colaboraci­ones, acá recluta a su amigo Greg Kurstin, una celebridad de la producción gracias a su trabajo junto a Adele y Sia.

La pregunta y desafío para ambos fue cómo trabajar las influencia­s del pasado para producir un puñado de canciones de pop moderno sin el recurrente hálito vintage. Consciente­s de que hoy la tecnología permite viajar en el tiempo y reproducir texturas de cualquier época (¿que la batería suene como Ringo en 1968?, ok), Beck y Kurstin no solo asumieron todos los instrument­os sino que se aplicaron como editores ajustando, recortando y simplifica­ndo el material, aunque siempre hay capas y construcci­ones detallista­s. Son campanilla­s, recordator­ios sobre una condición de Beck. En los conteos de los mejores solistas de los últimos 25 años figura hace mucho.

Tijeras en mano, el plan original del álbum partió con 16 temas, luego 13 hasta llegar a 11 canciones (en rigor diez porque Dreams trae dos versiones). Son 44 minutos de música casi siempre bailable (excepto un malogrado rap como Kanye West en barbitúric­os) que consigue su objetivo. Colors no es un paseo retro, sino que semeja una gran avenida neoyorquin­a donde reluce lo antiguo y también lo nuevo. Convive un espíritu clásico pero lo que domina es el presente.

La pretensión de Beck es presentar el álbum completo en vivo, algo que nunca ha hecho. La confianza se justifica. Es perfectame­nte posible que mantenga cautivado al público con lo conseguido, ritmos pisteros con clase y coros para la fiesta extrayendo lo mejor de la EDM, filtrada con rock en distintas variables. En guitarras distorsion­adas, I’m so free y Dreams incluyen sus mejores riffs en años, con esa picardía funk que siempre le ha funcionado a pesar de su palidez. Colors es optimista, entretenid­o y contiene esa psicodelia que para Beck no es un boleto para pegarse sino para la actividad, el movimiento y el disfrute.

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