. UN ELECTORADO PROCLIVE A LOS CONSENSOS
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La última encuesta CEP no solo arrojó luces sobre el escenario electoral de noviembre, sino que una vez más vuelve a ratificar que en líneas gruesas la población no vive un descontento generalizado y muestra predilección por las opciones políticas más moderadas, lo que resulta alentador. Así, ante la pegunta de si prefiere líderes políticos que privilegien los acuerdos o sus propias posiciones, un significativo 58% se inclina por los consensos (contra el 25% que favorece la opción contraria), lo que sugiere que el electorado está tomando distancia de las opciones más radicalizadas, lo que también parece reflejarse en las preferencias electorales.
El 50% declara que nuestra democracia funciona regular, mientras el 15% estima que lo hace bien o muy bien. Aun cuando estas cifras no constituyen un resultado enteramente satisfactorio –una señal de que hay muchas cosas que perfeccionar y corregir-, las conclusiones distan del antojadizo diagnóstico de que el país vive un cuadro de malestar e inconformismo que lo tendrían al borde de un abismo. Lo anterior se refrenda ante la pregunta de cuán satisfecho está con su vida, donde el 70% expresa estar en un nivel razonable.
La ciudadanía estima que los principales problemas a los que debería abocarse el gobierno son delincuencia, pensiones, salud y educación; en tanto, en la encuesta previa del CEP el desarrollo económico emergió como la segunda prioridad del país, detrás de la delincuencia. Este conjunto de antecedentes están muy alejados de la agenda ideológica que algunos sectores insisten en promover.