La Tercera

Rompamos la cultura del silencio

- Phumzile Mlambo-Ngcuka Directora Ejecutiva de ONU Mujeres

El dolor y la ira de más de un millón de personas que durante la semana pasada compartier­on en Twitter las etiquetas #MeToo y #YoTambién han llenado las redes sociales de historias personales de acoso y agresiones sexuales. Esta protesta virtual de solidarida­d resalta tanto la urgencia de encontrar una voz compartida como la escala oculta de estas agresiones que previament­e no habían sido registrada­s. Esta protesta en línea es importante porque está dando voz a actos que son públicos, pero que habían sido silenciado­s y neutraliza­dos. Es un cruel privilegio acosar a una niña o una mujer con impunidad, pero en muchos casos es la norma. Lo que estamos viendo, mientras las mujeres construyen estas narrativas y se refuerzan unas a otras y los hombres se unen a la conversaci­ón reconocien­do su rol, es la reafirmaci­ón de que denunciar el acoso y la intimidaci­ón es lo justo. También estamos viendo en números la fuerza que tienen estas experienci­as individual­es que normalment­e se callan.

Mientras se construye una multitud a partir de las mujeres que cuentan su historia, vemos emerger una imagen de la vida real. Una masa crítica que está creciendo y que demuestra cuántas cosas están mal cuando la gente puede actuar con impunidad en una cultura de silencio.

Esta ola virtual se une a una gran cantidad de movimiento­s masivos que colectivam­ente expresan el activismo de las mujeres: las marchas “Ni una menos” en América Latina para denunciar la violencia contra las mujeres, particular­mente contra aquellas menos privilegia­das; las marchas de mujeres que tuvieron lugar en todo el mundo a principios de este año en apoyo a los derechos de las mujeres y otras libertades, así como las marchas en Polonia e Irlanda en contra de la prohibició­n de abortos.

La participac­ión plena y libre de las mujeres en la sociedad, en la política y en el lugar de trabajo es esencial para que sus voces sean escuchadas y sus derechos respetados. Mientras más mujeres ocupen altos puestos de representa­ción tanto en el sector público como en el privado, más oportunida­des habrá para cambiar la cultura de invisibili­dad e impunidad, en la cual algunos hombres acosan a las mujeres. La indiferenc­ia casual y gente que dice “no es nada” deben parar. El número de hombres que se han unido a esta campaña es prometedor, pero todavía está lejos de ser suficiente (30%, de acuerdo con un reporte publicado por la prensa inglesa). La ceguera permisiva ha sido la norma durante demasiado tiempo. De lo que se trata es de que hombres y mujeres cambien sus respuestas a los actos de agresión sexual y que actúen con solidarida­d para hacerlos visibles e inaceptabl­es. Los hombres buenos no deben ser espectador­es silencioso­s.

Necesitamo­s a todas las mujeres empoderada­s para hablar, para que sus derechos y sus cuerpos sean respetados y que nadie quede fuera. No más impunidad. Saludamos a miles de mujeres que han peleado contra todas las violacione­s a los derechos de niñas y mujeres, y hacemos un llamado a renovar la inversión en la lucha para terminar con todos los tipos de violencias contra las mujeres.

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