La Tercera

Macron regula ruido en festivales y clubes nocturnos y desata polémica

El nivel de sonido no podrá superar los 102 decibeles, con el fin de “proteger la audición del público”. El músico Jean-Michel Jarre y el DJ Laurent Garnier reclaman una “violación a los derechos de los autores”.

- Valentina Jofré

La fiesta y los conciertos en Francia corren peligro, al menos como se conocían hasta ahora. Así lo considera un grupo de personalid­ades ligadas a la música y al mundo de la diversión nocturna, como Jean-Michel Jarre, el DJ Laurent Garnier y el ex ministro de Cultura de Francia, Jack Lang, entre varios otros, quienes firmaron una columna publicada el lunes en el diario Libération y que lleva por título “Haz ruido para salvar la música”.

El texto se refiere al decreto publicado por el gobierno de Emmanuel Macron, en agosto de este año, que busca disminuir los decibeles del sonido en conciertos y clubes nocturno, y apoya la solicitud de anulación planteada por el presidente de la Cámara Sindical de locales musicales, el pasado 9 de octubre ante el Consejo de Estado.

El decreto tiene como objetivo “proteger la audición del público”, e indica que el nivel de sonido promedio, medido en 15 minutos, ya no podrá exceder los 102 decibeles. El nivel máximo se había fijado en 1998 a 105 decibeles. La diferencia no sería menor, ya que la escala de decibeles no es lineal, con lo que eliminar tres decibeles significa dividir el volumen en dos. Cuando el público objetivo son niños de hasta seis años, el límite será de 94 decibeles. Las sanciones en caso de infracción establecen una multa de 1.500 euros y la confiscaci­ón del equipo de sonido.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud considera que 85 decibeles, durante un lapso de ocho horas es el nivel máximo de exposición sin riesgos. Así, un ruido que alcance los 100 dB únicamente se puede escuchar sin riesgo durante 15 minutos al día.

“Consideram­os que las restriccio­nes al sonido amplificad­o son una violación de los derechos morales de los autores sobre sus obras, por lo mismo son desnatural­izadas”, sostienen los firmantes liderados por Jean-Michel Jarre.

Pero la idea del gobierno es reducir sí o sí el nivel de sonido promedio en las salas de conciertos, discotecas o festivales. Además, dichos lugares deberán “informar al público sobre los riesgos de la audición”, ofrecer protección auditiva gratuita y “crear áreas de descanso o, como alternativ­a, proporcion­ar períodos de descanso” durante los cuales el nivel de sonido no deberá exceder los 80 decibeles. Estos requisitos se aplicarán a todas las discotecas y festivales, así como a otros lugares con música amplificad­a con una capacidad de más de 300 personas.

“Silenciamo­s la alegría, silenciamo­s la música, prohibimos que las obras habiten en el mundo físico”, manifestar­on en la carta las personalid­ades de la industria. Con ello, sostienen que el decreto conducirá “inevitable­mente” a una disminució­n en la asistencia y al mismo tiempo, a una caída significat­iva en los ingresos de los festivales.

Argumentan también que la mayor rigurosida­d obligará a los organizado­res de eventos musicales a monitorear constantem­ente el volumen del sonido. Además, los firmantes proponen soluciones más “flexibles” para proteger los oídos del público, y sostienen que muchos clubes ya ofrecen dispositiv­os de protección auditiva.

Entre seis y ocho millones de personas en Francia (13% de la población), se ven afectadas por problemas de audición, según la Asociación JNA (Día Nacional de la Audición), que organiza cada año una campaña de prevención sobre los riesgos relacionad­os con el ruido.b

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► Fuegos artificial­es estallan sobre el iluminado monumento del Arco del Triunfo, durante la celebració­n de Año Nuevo, el 1 de enero en París.

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