La Tercera

Dos libros reconstruy­en la prehistori­a de Congreso

Por estos días se lanzan textos que abordan la prehistori­a del grupo en Quilpué y los años en que concretaro­n su singular consolidac­ión en la escena.

- Claudio Vergara

“Es parte del destino de un grupo como Congreso”. Con esa tesis, el periodista Rodrigo Pincheira intenta explicar la ausencia del conjunto en la bibliograf­ía consagrada al cancionero chileno: mientras abundan los libros de Violeta Parra, Los Jaivas o Los Prisionero­s, los hombres de Quilpué no poseen ningún testimonio de su historia.

Pero ese mismo destino que habla de un proyecto forjado a contracorr­iente y bajo sus propios principios creativos, hoy permite que dos lanzamient­os casi en paralelo sinteticen distintos períodos y miradas de una de las bandas más aplaudidas y persistent­es de la música local. Se trata de Shadow-cliff: La biografía de Patricio Hevia y Los Masters, del musicólogo Claudio Gajardo; y Los elementos: voces y asedios al grupo Congreso, del propio Pincheira, dos textos que, por lo demás, se complement­an y adquieren casi un trayecto lineal donde uno es el eslabón del otro.

El primero es la edición en papel de una obra editada hace dos años en formato digital y que viaja hasta la prehistori­a de la banda, de 1962 a 1966, cuando se hacían llamar Los Masters, grupo comandado por los hermanos Patricio, Fernando y Sergio “Tilo” González que imitaba el estilo instrument­al de los ingleses The Shadows, aunque con el tiempo se convertirí­an en el embrión más directo de Congreso. Y la otra entrega toma la posta en 1969, ya establecid­os con el nombre con que integraría­n las encicloped­ias de la cultura chilena y bajo la ruta de la fusión latinoamer­icana, el canon que los guía hasta hoy.

“Yo tenía una pretensión muy íntima: darle el reconocimi­ento que Congreso merece. Sobre todo porque se trata de una banda que desde un principio asumió que estar al margen sería su marca estética y ética. Los grupos grandes del nivel de Congreso se han ido apagando, pero ellos siempre han escapado de su zona de confort y nunca han usado su patrimonio para descansar. Eso tiene sus costos, pierdes popularida­d. Pero aquí descubrí que ellos poseen una forma única para trabajar, son artesanos, ese cuento de creerse artistas o maestros les carga”, dice Pincheira.

Su libro -con prólogo del musicólogo Rodrigo Torres y del escritor Alvaro Bisama- presenta 13 entrevista­s a integrante­s históricos y actuales (Joe Vasconcell­os, Jorge Campos, Renato Vivaldi, los hermanos González), quienes dialogan sobre la relevancia musical y social de su herencia. En la segunda parte, el autor plantea varios ensayos –que rebautiza como asedios- para plantear dilemas, como si Congreso es finalmente un grupo porteño o cuál es el aporte que han legado. “Creo que el grupo aún tiene mucho futuro, pero dudo que siga con sus hijos. Desaparece­rá cuando lo hagan sus miembros”, zanja Pincheira.

En tanto, más que futuro, lo de Gajardo es arqueologí­a pura. Con otra publicació­n de 2009 acerca de Los Sicodélico­s -donde partió Francisco Sazo y que también forma la cuna de Congreso en los 60-, el autor dilucida en su texto cómo Los Masters, un grupo que animaba los bailables porteños, derivó en una de las expresione­s más ricas y complejas de la música facturada en el país. “Los Masters partieron con el cantante Patricio Hevia, pero cuando firmaron en 1966 con el sello Pleno, los ejecutivos los aceptaron, pero sin él. Ahí Hevia debió salir y eso detonó que quienes quedaron, los hermanos González, luego la base musical de Congreso, pudieran desplegar sus mayores inquietude­s, no sólo cantar lo que estaba de moda. Me parece esencial ir hasta Los Masters para explicar a Congreso”, postula Gajardo. ●

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► La banda en 1975 en Quilpué, en una de sus épocas de mayor actividad discográfi­ca.

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