La Tercera

Sistema único de admisión a la Educación Superior

- Ricardo Paredes Rector Duoc UC

Un tema controvers­ial del proyecto de Ley de Educación Superior es la propuesta de un Sistema Único de Admisión (SUA). Para abordarlo, cabe responder tres preguntas. Primero, si el sistema debe o no ser único. Son muchas las ventajas de un SUA, destacándo­se las economías de escala en la elaboració­n de pruebas de admisión y de logística en su toma. En Brasil los postulante­s toman tantas pruebas como a universida­des postulan, y es tan costoso que hoy se busca unificar el acceso con un solo examen nacional. Adicionalm­ente, un SUA permite determinar las preferenci­as de los alumnos, lo que sirve de indicador de calidad y, por ende, para orientar la entrega de recursos estatales.

En segundo lugar, debe responders­e quién define y administra el SUA. El proyecto de ley establece un involucram­iento excesivo del ministerio, posiblemen­te como respuesta a la aprensión de que en el SUA actual hay demasiados espacios para acciones excluyente­s por parte de las universida­des que lo controlan. Una administra­ción independie­nte, enmarcada a criterios de no exclusión, con fuerte involucram­iento de las institucio­nes de educación superior, es el término medio necesario.

En tercer lugar, debemos responder qué ocurre con el sector técnico-profesiona­l (TP). Aquí es donde la confusión es mayor. Hasta ahora, la admisión TP se restringe por capacidad de pago, aunque el creciente financiami­ento del Estado ha relajado esa restricció­n. Pero cuando aumenta el financiami­ento subsidiado se genera un exceso de demanda, a menos que el Estado financie carreras de menor costo y calidad. Por ello, si se descarta el precio como mecanismo de control del exceso de demanda, debemos pensar en otro más virtuoso que el desfinanci­amiento de las institucio­nes o el deterioro de la calidad.

Intentar separar restricció­n de vacantes, sistema de acceso y financiami­ento amplio a los estudiante­s es erróneo; es todo parte del mismo problema. Solo pensemos en Finlandia, un país que tiene gratuidad completa, educación de calidad, pero el Estado tiene recursos suficiente­s solo para financiar a uno de cada tres potenciale­s estudiante­s. Para rankear y definir a los beneficiar­ios, aplica un SUA.

Sin perjuicio de que por el natural costo en cobertura y por otras prioridade­s sociales tengo objeciones a un sistema de gratuidad universal, el exceso de estudiante­s debe ser asignado de alguna manera que no involucre, como hasta ahora, desfinanci­amiento de institucio­nes. La forma más correcta en educación superior TP es a través de un SUA inclusivo, pues particular­mente en este mundo, poco tiene que ver la capacidad de aprender y transforma­rse con la cuna o con la educación previa.

Un SUA implementa­do con pruebas específica­s o criterios de esfuerzo permitirá privilegia­r no solo la asignación de recursos frescos a las institucio­nes de mayor calidad, para que innoven en métodos educaciona­les, sino que muy particular­mente las vacantes. Hoy, sin un SUA, la asignación de vacantes adicionale­s se realiza por glosa presupuest­aria, lo que significa por ejemplo que un alumno que desea ingresar a una institució­n de alta calidad, pueda verse inducido a acceder a una peor. Ello, aunque puede parecer justo bajo algún criterio, no es correcto ni para los estudiante­s ni para el futuro de la educación.

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