REDUCCIONISMO ECONÓMICO
SEÑOR DIRECTOR
El presupuesto destinado a investigación se ha convertido en un problema todos los años y una amenaza para la nueva institucionalidad de investigación. Sin embargo, esto es la cara visible de conflictos más profundos.
Primero, de la poca valoración del conocimiento producido localmente cuya utilidad es medida según su impacto económico. Dado que gran par- te de la producción de conocimientos no tiene como objetivo principal la ganancia económica, la práctica investigativa es vista como un gasto y no una inversión. No aprendemos que el bienestar de un país no se reduce a su crecimiento económico.
La investigación, más que una práctica destinada a producir formas de emprendimiento es un bien cultural y social que impacta en aspectos de la vida. Dado que la investigación es considerada un gasto también lo son los investigadores, lo que redunda en la precarización de sus condiciones de trabajo.
Si el valor de la investigación se mide por su impacto económico queda claro por qué la investigación en artes, humanidades y ciencias sociales ha sido marginada de la discusión del proyecto de Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt). Nadie se atrevería a decir que el estudio de la cultura o de la sociedad no es importante. Pero a la hora de tomar decisiones, la pregunta por lo humano, la cultura, lo social no se traduce en aumento de índices económicos para el Mincyt.
Como gesto de valoración de la diversidad de áreas del conocimiento, y una visión que vaya más allá de lo económico, debería llamarse “Ministerio del Conocimiento” y la Comisión Desafíos del Futuro, donde se discute, debería analizar el reduccionismo económico al que se ha sometido la investigación en Chile. Carolina Gaínza Escuela de Literatura Creativa UDP