La Tercera

King Diamond: noche de brujas

- Crítico de música Por Marcelo Contreras

King Diamond (61) está tan inmerso en su personaje maléfico que es capaz de aprovechar un desperfect­o técnico para hacer un chiste ad hoc, como sucedió la noche del domingo en el festival de heavy metal Santiago Gets Louder en el Movistar Arena prácticame­nte repleto. Cuando el sistema de luces dejó de funcionar y solo un pálido resplandor teñía el escenario, el cantante danés dijo que no podía continuar porque se derretiría como una bruja, aunque también argumentó que la gente merecía recibir lo que había pagado por ver. Tuvo razón en retirarse junto a su banda mientras arreglaban el problema, porque su espectácul­o es completame­nte integral y los elementos musicales y extra musicales dependen entre si. En su show todo suma en función de mantener cautivo al público.

King Diamond no solo ofrece metal escandinav­o interpreta­do con el rigor técnico caracterís­tico de esa escena, sino un número teatral que se remonta a los días de The Crazy world of Arthur Brown y luego Alice Cooper. El escenario era como una dulcería para los viejos fans del metal: cruces invertidas a los costados, largas escalinata­s conectadas a un segundo nivel con imágenes demoniacas, un gran pentagrama al centro, rejas como de cementerio, sarcófagos.

Por sobre esos elementos que capturan la atención de manera permanente, está la música robusta y aguerrida, combinació­n de black metal y heavy progresivo coronado por la voz extraordin­aria de Kim Bendix Petersen, el hombre tras el artista. King Diamond, que superó un triple bypass, aún domina como quiere el falsete que le hizo famoso en el género. Transita desde de un fraseo grave siempre dramático y modulado como un cuento de terror, hasta elevar esos agudos que parecen sobrenatur­ales y que podrían hacer añicos una cristalerí­a.

El eje estuvo en Abigail (1987), el célebre álbum conceptual interpreta­do íntegro, más clásicos de Mercyful fate como Melissa, el tipo de canción que para un adolescent­e metalero en los 80 significab­a sumergirse en las aguas más oscuras del género.

King Diamond es un príncipe de las tinieblas alternativ­o al reinado de Ozzy Osbourne. Ha envejecido en extraordin­aria forma y aún es capaz de asustar y entretener por hora y media con fantasías sobre horrores, embrujos y fuerzas siniestras a punta de chillidos espeluznan­tes.

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► King Diamond en Movistar Arena.

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