La Tercera

Un juez, su isapre y una pelea de vida o muerte

Durante 20 años, Héctor Troncoso impartió justicia en Lebu, VIII Región. Ahora está del otro lado del mesón. La Corte Suprema y la Superinten­dencia de Salud resolverán sobre su periplo en busca de un medicament­o único.

- Por Alejandra Jara

Desamparad­o por las institucio­nes y vulnerado en su derecho a la vida. Así dice sentirse Héctor Troncoso Muñoz (79), juez de Policía Local de Lebu, Región del Biobío, quien hace casi 12 meses comenzó un periplo judicial para que isapre Cruz Blanca, donde cotizó durante 28 años, financie el millonario medicament­o que necesita consumir mes a mes, producto de una fibrosis pulmonar idiopática.

Con boletas y papeles en la mano, argumenta que desde enero pasado ha tenido que desembolsa­r más de $ 3 millones mensuales en la compra de Vargatef, el único medicament­o que, según la indicación de su tratamient­o, puede estabiliza­r su patología. “Se trata de una enfermedad que provoca un deterioro progresivo e irreversib­le de la función pulmonar”, asegura su abogado, José Bidart.

Como la asegurador­a había rechazado en varias oportunida­des sus solicitude­s de reembolso, Troncoso interpuso en abril pasado una acción judicial en la Superinten­dencia de Salud, la que hasta la fecha aún no emite un pronunciam­iento.

El tiempo pasaba y las respuestas sumaban urgencia. Por eso, en julio optó también por un nuevo trámite. Presentó un recurso de protección en la Corte de Apelacione­s de Concepción. El reciente 10 de octubre, sin embargo, el tribunal de alzada lo rechazó, argumentan­do que “los hechos en los que se sustenta la acción constituci­onal se encuentran sometidos al imperio del derecho”, en referencia al juicio arbitral pendiente en la superinten­dencia.

“Para mí es inexplicab­le. Dejaron de lado toda protección a la vida”, dice el juez Troncoso.

Tras aquel revés judicial decidió acudir ahora a la Corte Suprema. Bidart explica que “estamos absolutame­nte consciente­s de que existe un juicio arbitral, pero la protección del derecho a la vida no tiene los mismos tiempos que los procesos judiciales, y la realidad de mi cliente es que él necesita su medicament­o para vivir”.

Las críticas del juez de policía local no solo apuntan a la Corte de Apelacione­s y a la isapre –que contactada por La Tercera declinó referirse al tema-, sino que también a la “demora” de la Superinten­dencia de Salud.

Respecto de ese punto, el superinten­dente, Sebastián Pavlovic, explica que no puede pronunciar­se sobre un caso puntual, pero apunta a que la institució­n “hace lo posible para acelerar aquellas causas que son más complejas y urgentes de resolver, y con los recursos que tenemos tratamos de dar respuesta en los plazos más acotados posible”.

Por ahora, Troncoso espera.b

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► Héctor Troncoso, juez de Lebu.

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