Poder total
LA ORIENTACIÓN DE CHINA BAJO XI JINPING APUNTA A UN RÉGIMEN MÁS DISPUESTO A ENTREGAR EL CONTROL DEL PCCH A UN LÍDER ÚNICO RODEADO DE INCONDICIONALES.
Cuando se revisen los eventos de 2017, el reciente Congreso del Partido Comunista Chino brillará con luz propia. Aunque otros atraen más atención en lo inmediato, es probable que en el largo plazo el encuentro del PCCh sea reconocido como el acontecimiento más decisivo del año a nivel global. El congreso consolidó la posición de Xi Jinping, el secretario general del Partido, quien se ha transformado en un líder omnipotente. La entronización de Xi constituye un cambio respecto de lo que venía ocurriendo en China desde los 90. Xi ha conseguido un control absoluto de todas las instancias relevantes al interior del Partido y ha usado esa influencia para eliminar todo foco de resistencia real o potencial, generalmente a través de cargos de corrupción dirigidos contra sus rivales políticos.
Si bien el Partido Comunista está acostumbrado a dominar sin contrapesos, en su interior han existido facciones que ofrecen matices y obligan a los gobernantes a hacer concesiones y negociar. Ahora no: el poder de Xi es hoy irresistible. Desde Mao Zedong y Deng Xiaoping que no se veía algo así en China.
Esto significa varias cosas. Por un lado, todo indica que, al no haber un sucesor claro, Xi aspira a prolongar su mandato más allá de los 10 años que él cumpliría en 2022 y que han sido la tónica desde los 90 para los secretarios generales del PCCh. Por otra parte, que la ofensiva doctrinaria que impulsa Xi será reforzada. También, que el modelo económico perseverará en el giro que ha venido dando en los últimos años hacia una mayor intervención del Estado, en detrimento del sector privado. Asimismo, que el control político se incrementará, con menos tolerancia aún a la disidencia y mayor celo ideológico. Por último, que China continuará dejando sentir su presencia en los asuntos internacionales, promoviendo sus intereses geopolíticos con asertividad al alza.
La orientación que ha adquirido China bajo Xi Jinping apunta hacia un régimen menos dispuesto a ceder espacios de libertad a sus ciudadanos, más decidido a entregar el control del PCCh a un líder único rodeado de incondicionales, y más convencido de que China debe proyectar con mayor intensidad su influencia global.
Ello generará roces en una región que ha sido comparada a la Europa de antes de la Primera Guerra Mundial.
Japón parece dispuesto a reformar su “Constitución pacifista” para permitir el despliegue ofensivo de sus fuerzas militares; Corea del Norte continúa desarrollando su impredecible programa nuclear; Filipinas equilibra sus intereses entre EE.UU. y China; Australia pide a Washington mayor presencia militar en la zona; Taiwán coquetea con una declaración de independencia que sería explosiva y Estados Unidos duda de ejercer el rol moderador que varios países le reclaman en la zona, dejando un vacío de poder que China no demorará en llenar. Se avecinan tiempos interesantes en Asia Oriental.