La Tercera

COMO ANTES, COMO SIEMPRE

- Por Fernando Solabarrie­ta

Mirada corta, intereses propios. Nula preocupaci­ón por el desarrollo del fútbol, evidente mezquindad. Importa la victoria pequeña y miserable, mucho más que el sacrificio de las ambiciones personales. Pocos piensan en un futuro mejor que incluya a todos. Crecer en sociedad en el balompié chileno es muy parecido a un slogan político tanto en lo mentiroso como en lo impractica­ble. Esta introducci­ón define el modo de actuar de muchos dirigentes. Cada cierto tiempo, entran en escena para recor- darnos que están ahí, miserables y egoístas. Equivocado­s e impúdicos.

El último numerito que están preparando pretende desconocer un acuerdo que ellos mismos debieran honrar. En marzo de este año, por fin decidieron jugar el campeonato largo que la mayoría de la gente quiere. Meses después varios presidente­s de clubes quieren anular esta decisión. Increíble, vergonzoso, flaite, pero lo peor es que no resulta sorprenden­te. La historia dirigencia­l está llena de episodios como éste, promesas no cumplidas, acuerdos desconocid­os, errores absurdos. Porque más allá de lo impresenta­ble que es no respetar sus propias decisiones, la idea de seguir jugando torneos cortos es un error mayúsculo. Este formato, está claro, no ha ayudado en absoluto al rendimient­o de nuestros clubes a nivel internacio­nal. Primero porque premia rachas y no rendimient­os sistemátic­os y permanente­s, y segundo porque algunos equipos hacen uso del cupo ganado a nivel local mucho tiempo después de lograrlo, con la consiguien­te diferencia en su ren- dimiento. Ejemplos sobran. Además, no existe una encuesta que diga que la gente, que por cierto es la que consume el producto, prefiera dos campeonato­s al año. Es la única industria que no escucha a sus clientes.

Además, es mentira que este sistema beneficie a los clubes más chicos. En este delirante intento de deformar la realidad, nivelando hacia abajo, los campeones no han sido los equipos llamados pequeños. Si se hace un análisis, se observa que los monarcas son los mismos que lo fueron en la era de los torneos largos, salvo las excepcione­s de Cobresal y O’Higgins. En aquella época también las hubo con San Felipe y Huachipato, por ejemplo.

Finalmente, tampoco es verdad que un campeonato largo provoque que haya muchos equipos que no peleen por nada durante las últimas fechas. En el contexto actual, con cuatro cupos a la Libertador­es y cuatro a la Sudamerica­na más dos castigos por el descenso, es imposible que uno de los 16 cuadros no pelee por algo hasta el final. Sería bueno que el Consejo piense en el fútbol y no en ellos mismos. De vez en cuando, por lo menos.

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