CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA
SEÑOR DIRECTOR
En estos días se conmemora el primer centenario de la Revolución Bolchevique de 1917, que resultó triunfante cuando todavía no terminaba la Primera Guerra Mundial. Lenin y los suyos habían logrado algo que a muchos parecía imposible, comenzando así un experimento novedoso, que se abría paso como una “ilusión” -usando el concepto de Francois Furet- por el cual valía la pena dar la vida y que estaba destinado a la victoria final.
Sin embargo, la historia fue mucho más enrevesada y dramática de lo que suponían los padres del nuevo régimen nacido al alero de las ideas de Marx y Engels, y del propio Lenin. Como ha ilustrado muy bien Anne Applebaum en Gulag, nació con el nuevo régimen, y es bastante clara la continuidad entre el de Lenin y el de Stalin, como demuestra Robert Service en sus biografías sobre ambos líderes soviéticos.
Si en 1967 hubo numerosas celebraciones al cumplirse los primeros cincuenta años de la Revolución Bolchevique, hoy la situación es muy distinta. Para entonces el régimen comunista estaba vivo, y no solo eso: los vientos de la historia parecían soplar a su favor. Eran años difíciles, que llevaron al escritor ruso Alexander Solzhenitsyn a exclamar en 1971, al recibir el Premio Nobel de Literatura, que “nuestro siglo XX ha demostrado ser más cruel que los siglos precedentes y los horrores de sus primeros cincuenta años no se han borrado”. Sin embargo, con fe y tono profético, logró predecir en 1973 que el régimen comunista conservaría el poder “por mucho tiempo más, pero no para siempre”. Un sistema mantenido por la violencia y la derrota de fin de siglo mostrarían la certeza de la visión del escritor.
En este centenario, ausente de celebraciones oficiales y con mayor interés por comprender el proceso, nuevamente es necesario volver al siglo XX y a la Revolución Bolchevique, en el esfuerzo permanente por comprender una historia llena de claroscuros y dolores. Alejandro San Francisco