Relaciones laborales: es la hora del gran salto
Admiramos la innovación, los resultados y el desarrollo que promueven en su personal las compañías de clase mundial como Netflix, con su cultura de “libertad y responsabilidad”, Google y su flexibilidad laboral y las relaciones colaborativas con los sindicatos de Southwest Airlines. En Chile, algunas compañías replican estos ejemplos, pero muchas aún no transitan hacia un nuevo modelo empresarial que enfrente los déficits en productividad, desarrollo humano y justicia en la distribución del valor creado.
Para dar el gran salto, primero se requiere medir. El Índice de Relaciones Laborales es un esfuerzo pionero en esta dirección. Utilizando metodologías validadas internacionalmente, Datalab levantó información en más de 70 grandes empresas de todos los sectores a lo largo del país para evaluar la calidad de sus relaciones laborales. En 2016, se obtuvo 53 puntos de un máximo de 100, con una caída desde 57,1 en 2015, lo que significa que si bien Chile ha avanzado, aún no priman las relaciones colaborativas por sobre las de conflicto, claves para mejorar la productividad y también para convertir a las empresas en un vehículo de transformación social y de desarrollo profesional de sus trabajadores.
Miremos algunos números del IRL. En Gestión de Personas, sólo el 26% de los trabajadores comprende el sentido de su trabajo y apenas el 9% participa en equipos colaborativos, mientras que solo el 13% de las jefaturas empoderan a sus equipos. La capacitación apenas está en 37,1 horas al año por trabajador, lejos del nivel mínimo de 45 horas. En cuanto a incentivos, solo alcanzan 1,9 sueldos al año por persona, distante del estándar de 4 anuales. En cuanto a Gestión Laboral, hay un deterioro en las relaciones entre administración y sindicatos, con menos instancias de diálogo y una agenda laboral que se reduce a lo monetario de corto plazo, en perjuicio de aspectos como productividad, desarrollo profesional, salud y pensiones. Finalmente, la Confianza Organizacional disminuye, siendo los gerentes el grupo que menos confía en otros y que menos delega.
Pero el IRL también muestra que en Chile hay empresas que están dando el gran salto, informando intensa y transparentemente a sus trabajadores sobre el negocio, instalando equipos de mejora, escuelas de formación, desarrollos meritocráticos, incentivos por alto desempeño y distribución de utilidades junto a liderazgos exigentes y formadores. Estas compañías eligieron transitar de meras espectadoras a protagonistas de este nuevo modelo de empresa que requieren nuestros tiempos, en donde el valor se construye con todos y para todos.