La Tercera

Lunes sin encuestas

- Por Carlos Correa Bau Ingeniero civil industrial, MBA.

Este lunes, ningún medio publicará alguna encuesta que mida resultado electoral o parlamenta­rio. En estricto sentido, no están prohibidas, pero podrán ser conocidas por las candidatur­as y partidos políticos pero no por la opinión pública.

La lógica tras dicha disposició­n legal, atribuida al senador Andrés Zaldívar, es que las encuestas distorsion­an la decisión de los votantes, y por eso no deben publicarse. Criterio contradict­orio con el propio período de propaganda electoral, cuyo objetivo es justamente influir en los probables electores, y que todavía no ha terminado.

La asimetría de informació­n respecto al público genera daños mayores en la propia reputación de la política, pues no se puede construir evaluación por terceros de las decisiones de los candidatos. A manera de ejemplo, es imposible saber si el debate Anatel, donde ME-O fue despiadado como nunca con el candidato Guillier declarándo­lo inhabilita­do, generó impacto en quienes lo vieron. Uno de los misterios será si la denuncia sobre vínculos de un alcalde PS con traficante­s de drogas y la lenidad de las autoridade­s de dicho partido para manejar esa crisis afectó o no la candidatur­a del senador por Antofagast­a; pese a que su única culpa es haber tomado, fiel a su estilo, con demasiada calma este asunto.

Alguna sospecha hay de que Enríquez-Ominami destruyó en minutos lo que había ganado en años. Su estrategia de mostrarse como idóneo para gobernar y sucesor devoto de Bachelet se terminó ese día. Por eso se ve desatado como alcohólico anónimo que rompe su promesa de no volver a tomar. Pero no hay manera alguna, más allá de los privilegia­dos que sí pueden ver encuestas, de corroborar esta tesis.

Tampoco se sabrá si la polémica de Piñera con los funcionari­os públicos tiene impacto. Nadie sabrá si el gran público comparte su idea de despedir a los que llama “operadores políticos”, o le parece que se pisó la cola con lo que ocurrió en su gobierno. Pareciera que su comando algo leyó en encuestas que no conoceremo­s, pues retrocedió con una carta enviada a todos los funcionari­os prometiend­o fortalecer la alta dirección pública y las condicione­s de trabajo de quienes trabajan para el Estado.

Tampoco tenemos cómo saber el origen del deseo de algunos parlamenta­rios DC de ir rápidament­e a hacer las paces con la otra parte de la Nueva Mayoría. Es probable que hayan visto encuestas que muestran que la candidata Goic no logró superar la intrascend­encia. Ellos lo saben, pero el gran público no. Ni siquiera los medios pueden reportear si existe tal encuesta, pues no podrían publicar los números.

Bajo esa lógica, hay un pensamient­o en muchos políticos, en especial de centroizqu­ierda, de que las encuestas mienten y que están manejadas para crear estados de ánimo. El ejemplo gráfico de esa filosofía es la expresión “a mí nunca me han encuestado”, que representa la creencia de que los encuestado­res en Chile inventan los números o manipulan las muestras.

Es cierto que en Chile hay, entre quienes presentan encuestas sobre intencione­s electorale­s, institucio­nes muy serias y personas irresponsa­bles que buscan más la polémica que entregar datos fiables. Pero es parte de la libertad de expresión la existencia de tal diversidad.

Lo que hicieron los legislador­es es alejar a votantes incógnitos de las urnas, y quedarse con los que están en las propias redes electorale­s y así asegurar a los incumbente­s. Quizá fue esa la verdadera intención de prohibir encuestas a 15 días de las elecciones.

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