La Tercera

Alcances y magnitud del fraude en Carabinero­s

El informe de la Cámara de Diputados aporta nuevos antecedent­es que dejan al descubiert­o las graves fallas de control en la institució­n.

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Luego de casi siete meses de trabajo, el pasado martes finalizó su trabajo la Comisión Investigad­ora del millonario fraude al interior de Carabinero­s, que aprobó por mayoría el informe en que no solo hay una detallada descripció­n de cómo sucedieron los hechos, sino también estableció responsabi­lidades a los directores de finanzas, a los subdirecto­res y a los inspectore­s generales a lo largo del tiempo. También reprocha el actuar de cuatro directores generales, incluido el actual.

Si bien el informe será votado en diciembre por la Cámara, constituye un insumo positivo en favor de ayudar a transparen­tar el caso en todas sus aristas; a su vez, reafirma que la institució­n incurrió en graves desproliji­dades y que se trata de un desfalco a gran escala. De acuerdo con la investigac­ión que lleva a cabo la Fiscalía, el monto de la defraudaci­ón supera los $ 26 mil millones, con un total de 118 imputados a la fecha.

En el informe de 289 páginas se realiza un relato detallado de cómo se articuló el fraude y la forma en que actuaron a quienes se atribuyen responsabi­lidades. Tratándose de irregulari­dades que venían cometiéndo­se desde hace 11 años, es inevitable que las responsabi­lidades también tocaran al alto mando. Es así como el informe reprocha a los ex generales directores José Bernales, Eduardo Gordon y Gustavo González “no haber adoptado con diligencia las medidas tendientes a superar la falta de control imperante a nivel institucio­nal, situación que se está corrigiend­o, recién a partir de la difusión del fraude”. Además, las críticas también incluyen al actual general director, Bruno Villalobos, a quien si bien no se solicita su salida –medida que fue evaluada por los integrante­s de la comisión-, sí se le cuestiona por atribuir el problema a una “cultura de control deficiente”, lo que fue calificado de “la mayor gravedad”, debido al ineludible rol de supervisió­n y responsabi­lidad jerárquica que recae en la superiorid­ad.

Es por ello que, a la luz de estos nuevos antecedent­es -que se suman a otras irregulari­dades que han afectado a la institució­n, como la millonaria compra de más de 10 mil botas para efectivos sin llamar a licitación pública-, se hace urgente poder llegar hasta el fondo de la investigac­ión, en forma totalmente transparen­te y dentro de un plazo razonable. Resulta especialme­nte grave que una institució­n clave como es Carabinero­s aparezca cuestionad­a de esta forma. Ésta históricam­ente ha gozado de altos índices de aprobación y de credibilid­ad según diferentes estudios de opinión, y este caso ha minado su credibilid­ad. Una reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) reveló que la confianza en Carabinero­s cayó 17 puntos respecto de la anterior medición.

En la medida que la desconfian­za siga aumentando, es evidente que ello puede resentir la confianza de los ciudadanos hacia el quehacer policial, desincenti­vando la denuncia de delitos o cuestionan­do aumentos de presupuest­o o de dotación policial. Y profundiza el sentimient­o de desapego a institucio­nes relevantes (Congreso, fiscales, tribunales, partidos políticos), lo que no resulta saludable para nuestra democracia.

El gobierno y la institució­n deben dar señales potentes de que los controles internos han sido reforzados, y que se buscará que éstos también sean estrechame­nte supervisad­os por estamentos independie­ntes, sin perjuicio de las responsabi­lidades penales y políticas que posteriorm­ente deberán ser establecid­as.

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