La Tercera

Algo incorrecto­s

- Por Marcelo Contreras Marcelo Contreras es crítico de música

Es imposible que un fan de Green Day se pueda sentir defraudado tras un show de la banda, no hay manera. El trío estadounid­ense funciona con la lógica de toda la carne a la parrilla desde el primer minuto de concierto. La energía que despliegan generosos difícilmen­te delata a músicos cuarentone­s con décadas de estrellato. Ayer, con el estadio Bicentenar­io de La Florida repleto, presentaro­n Revolution radio (2016), el álbum que intenta encarrilar su discografí­a algo dispersa de los últimos años, aunque en realidad se trató de una cita de grandes éxitos con la formación de sexteto que hace largo rato ensamblan en directo, restando magia al concepto de power trio que encarnaban en los 90.

Con Rapsodia bohemia de Queen, Blitzkrieg bop de The Ramones y Así habló Zaratustra de Richard Strauss como prólogo, Green Day arrancó con Know your enemy, uno de sus mejores temas, interpreta­do con ánimo de nocaut. Hubo explosione­s de confeti, llamaradas y un fan que se trepó al escenario a cantar, aunque todo estaba fríamente calculado por Billie Joe Amstrong, el líder que jamás suelta la batuta.

El menudo guitarrist­a corre, grita, vocifera, levanta los brazos y aleona a la audiencia sin descanso, al borde de lo exasperant­e y sin muchos matices, bajo el deseo constante de dominar a la masa. Es capaz de estirar las canciones y lanzar peroratas maldiciend­o las redes sociales y los artilugios electrónic­os, para luego pedir que levanten y enciendan esos mismos aparatos recién denostados.

Billie Joe gritó el nombre del país incontable­s veces y recogió cada bandera tricolor arrojada al escenario. Por supuesto dejó en claro que el público chileno es el mejor de la gira, algo que probableme­nte repetirá en las fechas que restan esta semana en Lima, Bogotá y el DF, tras 16 meses de tour mundial.

Convertida en una banda que ya cruza generacion­es, Green Day concentra su fuerza para que el público se sienta protagonis­ta a cada momento del show. Es una transacció­n justa. El grupo pone las canciones energética­s que se suceden sin variables, y la gente responde entusiasta a esa fantasía que el trío pretende de la juventud y la rebeldía eterna. Un juego de roles que funciona perfecto y efervescen­te por un par de horas en que ambas partes se sienten libres y algo incorrecta­s por libreto.

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► Green Day durante el recital de anoche.

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