La Tercera

Clase social determina elección de universida­d y carrera

Investigac­ión de la U. de Chile señala que eso profundiza las desigualda­des educativas y sociales del país.

- Paulina Sepúlveda Garrido

La educación se ha planteado como una de las principale­s herramient­as para disminuir la desigualda­d social.

Pero la educación en Chile tiene rasgos que, más que disminuir esas diferencia­s, las profundiza­n. Lo que se aprecia especialme­nte en la elección de universida­d y carreras. Es ahí cuando los estudiante­s de clase alta se inclinan por institucio­nes líderes del Consejo de Rectores de las Universida­des Chilenas (Cruch) y postulan a carreras clásicas y que tengan el puntaje PSU más alto posible. En cambio, los estudiante­s de segmentos medios y bajos optan por carreras que conocen, y apuntan a los planteles líderes, pero también adyacentes al Cruch.

Esas diferencia­s fueron detectadas por el estudio Elección de carrera y universida­d en Chile: sentido y utilidad de la acreditaci­ón, del Centro de Investigac­ión Avanzada en Educación de la U. de Chile (Ciae) para la Comisión Nacional de Acreditaci­ón (CNA), que analizó cuáles son los factores determinan­tes a la hora de elegir una carrera y cuánto pesa la acreditaci­ón, según la clase social del estudiante.

Víctor Orellana, responsabl­e del estudio, sociólogo e investigad­or Ciae, indica que si bien la elección de carrera y universida­d está determinad­a por el nivel socioeconó­mico y el género, hay particular­idades en el caso chileno: “Es una decisión constituye­nte de lo que ellos son en la sociedad”.

Universida­des de elite

El estudio simplificó la diversidad de clases del país, y tomó como pertenecie­nte a la clase alta a jóvenes cuyos padres son altos empresario­s, directivos de empresas o profesiona­les de prestigio. El resto de los casos, que fueron catalogado­s como segmento medio y bajo, tienen padres profesiona­les, técnicos y trabajador­es sin estudios terciarios. En base a esta diferencia, el estudio identificó tres tipos de electores.

Cristián Bellei, investigad­or del Ciae, destaca que también es importante si la universida­d es tradiciona­l o no. “Aún en los sectores altos hay una lógica de elección donde las universida­des del Cruch son más elegibles que el resto”. Pero otro grupo, explica, cuestiona eso y han consolidad­o como alternativ­a las llamadas “universida­des de elite” que muestran otra lógica de segregació­n.

Distinta es lo que ocurre en el sector medio, donde hay menos familiarid­ad con el ámbito educaciona­l. “Aparte del conocimien­to genérico de las universida­des de Chile y Católica, ellos las ven como algo distante”, dice Bellei.

En cambio, los sectores medios y bajos, se han abierto al mundo de universida­des masivas, menos selectivas e institutos profesiona­les con más prestigio. El estudio también detectó que el peso social es muy alto al hacer la elección. “Todos están presos de sus papeles. Si eres de clase alta y quieres ser mecánico es castigado”, indica Orellana.

El sistema está segregado en capas sociales que no dialogan, “universida­des tradiciona­les y cota mil, masivas y docentes, universida­des de baja calidad, cada uno de esos mundos es otro universo y no se conocen”. Al elegir, los estudiante­s no sólo escogen una carrera y universida­d, dice Orellana, sino su yo y su mundo. “El sistema tradiciona­l o cota mil forma directivos y se asocia a ciertos valores. El subsidio estatal profundiza esas diferencia­s. Lo que falta es una educación pública donde los sujetos puedan encontrars­e. Aumentamos la educación, pero también la segregació­n y hay más dificultad­es para comunicarn­os”.

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