La Tercera

COMPROMISO­S DE CANDIDATUR­AS CON LA EDUCACIÓN

El énfasis en favor de la gratuidad contrasta con el bajo compromiso por asegurar los incentivos que permitan el surgimient­o de proyectos educativos innovadore­s.

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El debate sobre educación en la presente contienda electoral ha seguido fuertement­e anclado a la gratuidad. Aun cuando se trata de un tema de especial relevancia, pues en ella se compromete­n cuantiosos recursos públicos, esta discusión muchas veces ha hecho perder de vista los aspectos esenciales de cualquier reforma educaciona­l, en particular cómo mejorar la calidad de la enseñanza en la educación primaria y cómo insertar a niños y jóvenes en las competenci­as para el siglo XXI.

Cuatro fundacione­s -Elige Educar, Fundación Chile, Educación 2020 y Vicaría para la Educación de Santiago- indagaron las propuestas de seis candidatos relativas a educación inicial, habilidade­s para el siglo XXI, educación técnico-profesiona­l y justicia educativa. Dicho catastro -que fue recogido por este medio- permite apreciar que si bien estas materias son recogidas en los distintos programas -ciertament­e con muchas diferencia­s-, en general lo hacen de una manera genérica y sin la suficiente profundida­d, lo que introduce dudas acerca de cuánto será posible avanzar en una verdadera reforma educaciona­l. Es altamente posible que ello se deba a que los esfuerzos han estado concentrad­os en cómo satisfacer a los movimiento­s de presión o cómo desmontar el “lucro” tanto en colegios como en la educación superior, todo lo cual ha implicado introducir graves distorsion­es en el sistema educaciona­l.

Parece difícil que se pueda concretar una auténtica “revolución en la sala de clases” precisamen­te cuando uno de los principale­s motores de la innovación, como es la posibilida­d de obtener fines de lucro, se ha pretendido restringir al máximo por razones simplement­e ideológica­s. Sin esos incentivos, es difícil que surjan nuevos proyectos educaciona­les, y en tal sentido es llamativo que la mayoría de los programas no apueste por ello al momento de describir sus propuestas para incrementa­r las habilidade­s para el siglo XXI. Es clave que los establecim­ientos -dentro de un marco general común- tengan la suficiente autonomía para desarrolla­r sus proyectos, sin quedar condiciona­dos a las restriccio­nes y burocracia estatal. Para ello es también fundamenta­l potenciar los liderazgos de los propios directores, aspecto que algunos de los programas sí recogen, pero que es necesario reforzar.

La adecuada formación en la etapa temprana es también un aspecto medular, materia que las principale­s candidatur­as también abordan, pero con ópticas distintas. Así, mientras varias ponen el acento en la necesidad de disminuir el número de niños por cada educador de párvulos -también en favorecer el acceso de niños con necesidade­s especiales-, otras enfatizan el reforzamie­nto de la formación de las educadoras de párvulo. Una de las candidatur­as propone terminar con la discrimina­ción en la entrega de fondos, que favorece a los jardines del Estado, un paso en la dirección correcta.

Si se revirtiera la gratuidad sería posible destinar recursos a temas más valiosos como educación inicial, formación y retencion de profesores, alumnos vulnerable­s -que son los más propensos a desertary educación tecnico-profesiona­l.

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