LEY DE INCLUSIÓN ESCOLAR
SEÑOR DIRECTOR
Desde hace más de 100 años que han existido colegios con fines de lucro y que reciben aporte del Estado para subvencionar la educación de sus estudiantes. No obstante, la mal nombrada “Ley de Inclusión Escolar”, pues nada tiene de verdadera inclusión que tanta falta hace en nuestro país, eliminó el emprendimiento privado detrás de los colegios particulares subvencionados, con el fin de nivelar hacia abajo (quitar los patines) y así tratar de recuperar la matrícula pública estatal.
Paradójicamente, se discute en el Parlamento un tercer proyecto de ley que le dé sustentabilidad a esta normativa, demostrando su equivocada génesis. Pues está demostrado, que las políticas internacionales apuntan cada vez más al trabajo mancomunado entre el Estado y los privados para la gestión de servicios públicos de calidad.
El gran legado de la reforma educacional escolar del actual gobierno y de quienes quieran continuar con su obra, será en definitiva un retroceso para la educación pública del país. Poco se ha logrado en gratuidad y nada en calidad. Por el contrario, generó incertidumbre que durará por años, estancó la inversión privada en la educación pública y les quitó el derecho a las familias de continuar con aquellos colegios que se harán pagados.
Quienes elevamos la calidad de nuestra educación por sobre los estándares de América Latina, vemos con mucha incertidumbre y desolación el futuro que se avecina. El término de los colegios particulares subvencionados, una obra sesgada por una ambición política y errada, que las familias de la gran clase media y más vulnerables del país, no absolverán.