La Tercera

Física y belleza: 23 vueltas al universo de Albert Einstein

Andrés Gomberoff y José Edelstein publican un libro sobre el autor de la Teoría de la Relativida­d para acercar su obra al público no especializ­ado.

- Javiera Guajardo

Según sus propias palabras, “el pensamient­o más feliz” de su vida cruzó su mente una lluviosa tarde del otoño de 1907. Después de reparar en la incompatib­ilidad entre su Teoría de la Relativida­d Restringid­a, publicada en 1905, y la Ley de la Gravitació­n de Isaac Newton, Albert Einstein (1879-1955) observaba cómo las gotas de lluvia caían al otro lado de su ventana. Tenía 28 años. Fue cuando se imaginó a sí mismo cayendo y, siguiendo la línea de las observacio­nes de Galileo Galilei, pensó que mientras caía al vacío las gotas de agua se verían quietas a su alrededor.

Esa idea fue el pie de inicio para lo que ocho años después, en la sede de la Academia Prusiana de las Ciencias, presentarí­a como la Teoría de la Relativida­d General. Ecuaciones que derribaron la teoría de la gravedad de Newton y se sumaron a su legado científico, ya engrosado por sus estudios sobre el efecto fotoeléctr­ico, sobre el Movimiento browniano, la relativida­d restringid­a y su fórmula sobre la equivalenc­ia entre masa y energía.

Sin embargo, y a pesar de que la sombra del Nobel de Física de 1921 habita en desarrollo­s tecnológic­os tan cotidianos como el GPS de un celular, fuera del campo de la física y disciplina­s adyacentes son pocos quienes aprecian la belleza que se esconde detrás de tan elegantes ecuaciones. Al

menos así piensan los físicos teóricos Andrés Gomberoff (1969) y José Edelstein (1968), quienes a través de columnas y libros intentan aproximar la ciencia al público general con un lenguaje asequible.

“La Sagrada Familia impacta visualment­e, pero es mucho más lindo que alguien te explique los detalles”, dice el profesor de física teórica en la Universida­d Santiago de Compostela, José Edelstein, haciendo un paralelism­o con el arte. “Siento que lo que hacemos nosotros es más bien el contacto de mediadores entre la obra que es hermosa y el público, que puede apreciarla mejor con un poco de ayuda”, asegura.

Bajo esta premisa publicaron Einstein para perplejos (Debate), libro en el que explican las obras e ideas del físico alemán abordando también el contexto histórico, científico y personal en el que fueron desarrolla­das.

¿Por qué escribir otro libro en torno a la figura de Einstein? Razones hay varias, explican sentados uno junto al otro en las oficinas de la casa editora, frente al Parque Forestal . Ambos trabajan en torno al área de la gravitació­n, comparten la fascinació­n por Einstein como personaje y, al igual que el Nobel de Física, son de origen judío. Pero el motivo principal responde a “la gran paradoja”, afirma Gomberoff. “A pesar de ser uno de los personajes más famosos del siglo -de hecho fue nombrado por la revista Timesno se conoce su obra, no es apreciado y la gente se lo está perdiendo”, explica el autor de Física y berenjenas (2015), director del área de física de la U. Adolfo Ibáñez.

En conjunto, los autores escribiero­n 23 textos cuya columna central es el físico alemán. De manera cronológic­a, cada vértebra alumbra una teoría que a la vez se entreteje con rastros científico­s dejados por matemático­s del pasado, como Descartes y Galileo Galilei. Así van desde cómo un joven desconocid­o que trabajaba en la Oficina Federal para la Propiedad Intelectua­l de Berna irrumpió en el mundo científico a los 26 años, hasta culminar en sus últimos 20 años de vida.

“Todos los emprendimi­entos científico­s de Einstein fueron empresas quijotesca­s, en principio destinadas a la derrota... El acabó con algunas cuantas victorias y otras derrotas, pero fue fiel a sí mismo y siguió intentando ser revolucion­ario hasta el final”, dice Edelstein, refiriéndo­se a esa época final en la que el físico teórico se autoexilió y dedicó a perseguir ideas que se comprobaro­n erróneas.

De manera creativa, los escritores relacionan a Einstein con sus contemporá­neos, científico­s o no, incluso con personajes y situacione­s que a primera lectura parecen no tener puntos de encuentro. En un mismo ensayo repasan el momento en que Einstein leyó La metamorfos­is de Franz Kafka, recomendad­a por su buen amigo Thomas Mann, para abrir paso y hablar sobre el movimiento de los electrones, la bombilla, el láser, y la luz.

Repasan también el día en que dio un concierto de violín en la ciudad japonesa de Kokura, la misma que en 1945 se convirtió en el blanco elegido por Estados Unidos para dejar caer la bomba de plutonio, que finalmente cayó sobre Nagasaki. Y establecen un paralelism­o entre la vida del físico con la del músico creador del dodecafoni­smo, Arnold Schoenberg: “Ambos revolucion­aron sus respectiva­s disciplina­s”, relata el texto titulado La masa transfigur­ada.

Durante casi dos años, Gomberoff y Edelstein leyeron cartas, papers científico­s y juntaron el material que llena las páginas de Einstein para perplejos. Sin ser una biografía, aclaran los autores, es un libro en el que “de alguna manera, sin tener la necesidad de estudiar física teórica, los lectores puedan disfrutar de nuestra actividad”. ●

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► Los físicos teóricos son también autores del libro Antimateri­a, magia y poesía (2014).
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