La Tercera

Una elección histórica

EL 17 DE DICIEMBRE CHILE SE JUEGA LA POSIBILIDA­D DE SER UN PAÍS CON MÁS Y MEJORES OPORTUNIDA­DES O DE CONVERTIRS­E EN UNO DONDE HAY CADA VEZ MENOS EXPECTATIV­AS DE FUTURO.

- Cristián Larroulet Exministro Secretaría General de la Presidenci­a

La segunda vuelta electoral no solo es diferente a la elección presidenci­al del pasado domingo, sino también de las elecciones presidenci­ales de los últimos 28 años. Porque a diferencia de lo que ocurría cuando el país elegía entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín o Eduardo Frei y Sebastián Piñera, esta vez Chile se encuentra en una encrucijad­a donde se enfrentan dos alternativ­as casi diametralm­ente opuestas, encarnadas por el expresiden­te Sebastián Piñera y por Alejandro Guillier.

Digo esto por las siguientes razones. En primer lugar, las biografías de los candidatos. Piñera cuenta con la vasta experienci­a de haber dedicado los últimos 27 años al servicio público, como senador, presidente de partido y Jefe de Estado. Una trayectori­a que contrasta con la reciente llegada a la política de Guillier en 2013 como senador y su actual incursión como candidato presidenci­al.

Como expresiden­te, Piñera tiene muchos logros: bajo su gobierno se puso de nuevo en pie un país, materialme­nte devastado por el terremoto del 27-F, se redujo casi a la mitad la pobreza, disminuyer­on las desigualda­des y se crearon más de un millón de empleos, 60 Liceos Bicentenar­io de Excelencia, entre otras obras. Esa capacidad ya demostrada para dirigir un país también se contrapone con la inexperien­cia de Guillier.

En segundo lugar, Piñera y Guillier representa­n proyectos de futuro muy diferentes. Mientras Piñera propone un desafío republican­o y convocante como es llevar adelante una segunda transición, ahora para alcanzar definitiva­mente el desarrollo, Guillier no solo reivindica las reformas de la Nueva Mayoría –rechazadas por el 70% de los chilenos- sino que además manifiesta su voluntad de continuarl­as y profundiza­rlas, lo que todos sabemos que significar­ían cuatro años más de estancamie­nto.

En tercer lugar, los resultados de las elecciones parlamenta­rias cambiaron profundame­nte la correlació­n de fuerzas entre los partidos oficialist­as. La caída de la DC y de los partidos exconcerta­cionistas junto al significat­ivo crecimient­o del Frente Amplio, se traducen en el debilitami­ento de las posiciones más moderadas y de centro, y en el consecuent­e fortalecim­iento de la izquierda más radical, sector que sin duda tendrá la llave de la gobernabil­idad en caso de triunfar Guillier.

Por lo anterior, aunque el Frente Amplio se excluyera de un eventual gobierno Guillier, presionará por imponer su agenda refundacio­nal que no es otra que la sustitució­n del actual modelo social de desarrollo por el “otro modelo”, es decir, aquel donde el Estado se empodera socavando las libertades de la sociedad civil y aumentando su control sobre la educación, la salud, la economía y la cultura.

Más que un cambio de gobierno, el 17 de diciembre Chile se juega la posibilida­d de ser un país con más y mejores oportunida­des de progreso social para chilenos e inmigrante­s o de convertirs­e en uno más de aquellos donde cada vez hay menos expectativ­as de futuro para sus ciudadanos.

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