GIROS DE LAS CANDIDATURAS EN SEGUNDA VUELTA
Parece inevitable hacer guiños a un segmento de votantes disconformes -reflejo de un país que está cambiando-, lo que no implica incurrir en populismos.
7
Las candidaturas de Sebastián Piñera (Chile Vamos) y Alejandro Guillier (Fuerza de la Mayoría) han comenzado un intenso trabajo de cara a la segunda vuelta presidencial. Para esos efectos inciaron un proceso de reformulación de contenidos programáticos para ampliar la base de votantes. Esto, a diferencia de elecciones celebradas otros años, parece estar resultando especialmente complejo pues así como la centroderecha está siendo presionada para recoger contenidos más “sociales”, cuando no populistas, la Nueva Mayoría debe decidir si adoptará las principales propuestas del Frente Amplio, radicalizando un programa que ya responde a una izquierda mucho más dura que la antigua Concertación.
Estos giros han resultado desconcertantes en algunos sectores. Tal perplejidad fue muy evidente en el caso de Chile Vamos, que con el fin de incluir al senador Manuel José Ossandón en el comando y así seducir a sus adherentes, fue necesario allanarse a sus exigencias, como ampliar la gratuidad en educación superior -pese a que esta política ha sido muy cuestionada por Chile Vamos-; introducir cambios profundos a la Ley de Pesca y comprometerse a extender las líneas de Metro a zonas periféricas de Santiago. A su turno, la candidatura de Guillier probablemente hará suya la asamblea constituyente y endurecerá sus propuestas en materia previsional, favoreciendo un sistema que se aproxime más al de reparto como quiere el Frente Amplio.
Es evidente que la segunda vuelta supone una nueva elección y que ella debe ser enfrentada con el realismo que arroja el resultado de la primera vuelta. En ella se observó que la opción de Sebastián Piñera no logró una votación tan alta como habían anticipado las encuestas -si bien su votación más la de José Antonio Kast captura el 44,5% de los votos-, en tanto en la izquierda el Frente Amplio fue la gran sorpresa de la jornada, con un inesperado 20% frente a un discreto 23% de la Nueva Mayoría. A su turno, la Democracia Cristiana sufrió una bochornosa derrota.
El país parece estar cambiando y ello ya se refleja en los resultados de primera vuelta, lo que ha obligado a improvisar estos “giros” programáticos, hasta cierto punto inevitables desde el punto de vista de la estrategia electoral. Desde hace un tiempo está emergiendo en la sociedad un discurso crítico del empresariado y de la economía de mercado, buscando asegurar derechos sociales. Los segmentos que se identifican con ello -que por ahora distan de ser mayoritarios- no habían logrado encontrar una voz que los unificara y les diera una cierta orgánica; el Frente Amplio lo intuyó y tomó esas banderas, lo que probablemente explica parte importante de su éxito electoral, no siendo claro si logrará sustentarse en el tiempo.
Son cambios que están en proceso, no del todo bien estudiados y que, ante la necesidad de dar una respuesta rápida, se puede incurrir en errores como extender una política regresiva como la gratuidad, o peor aún, promover la estatización del sistema de pensiones o la eliminación del CAE, sin importar su costo. El desafío de las fuerzas políticas que favorecen opciones moderadas y responsables es hacerse cargo de estas nuevas demandas -no ignorarlas-, por medio de buenas políticas públicas, evitando soluciones populistas por el grave daño que ello causa al país.