La Tercera

LA OPACIDAD DEL REAJUSTE A LA ANEF

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SEÑOR DIRECTOR

Finalmente, el gobierno logró un acuerdo con los funcionari­os públicos para un reajuste nominal de remuneraci­ones de 2,5%. Hace un año atrás el ministro Valdés determinó un reajuste de 3,2%, lo que debería haber significad­o un mayor costo para el fisco. Sin embargo, no es así, ya que el costo fiscal de este reajuste es de US$ 1.580 millones, en comparació­n con una cifra de US$ 1.540 millones el año pasado. ¿Cómo se puede explicar que con un menor reajuste el costo fiscal sea mayor? Porque finalmente el reajuste es solo un componente menor del gasto en personal, al que se suman una serie de bonos, aguinaldos y otros, que se traducen en un proceso muy poco transparen­te para la opinión pública. El Ministro Eyzaguirre fue más “generoso” que Valdés no solo en relación al reajuste descontado por inflación, sino también en términos de esa serie de beneficios adicionale­s menos visibles, que esta vez representa­ron un 58% del costo del reajuste, en comparació­n con un 49% el año pasado.

Pero más grave que lo anterior es que en la práctica el aumento de gasto en personal va mucho más allá de lo que se estipula en el reajuste. De hecho, en términos reales el aumento del año pasado fue prácticame­nte nulo, y a pesar de eso el gasto en personal del fisco acumula una expansión de 6,1% real en los nueve primeros meses del año respecto a 2016. Es evidente que las mejorías van mucho más allá de lo que plantea la ley del reajuste. María Cecilia Cifuentes Directora Ejecutiva del Centro de Estudios Financiero­s ESE Business School

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