La Tercera

CANDIDATUR­A DE SEBASTIÁN PIÑERA Y LA GRATUIDAD

Siendo legítimo que se busque seducir a otros votantes, ello no debería ocurrir a costa de sacrificar conviccion­es esenciales al ideario del sector.

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Dando un giro en lo que fue su estrategia de campaña en primera vuelta, el ex Presidente Sebastián Piñera anunció que avanzará en gratuidad de educación superior. Dicho anuncio buscó sumar al senador Manuel José Ossandón a la campaña con miras al balotaje, que ante lo que se prevé como una estrecha definición, atraer nuevos votantes aparece como prioritari­o. Sin embargo, para lograr dicho objetivo se cambió de posición respecto a un tema que ha sido central para la oposición durante este gobierno.

El comando y los partidos que apoyan al ex Presidente han aclarado que la gratuidad abarcaría a todos los estudiante­s que asistan a la educación superior técnica, salvo los pertenecie­ntes al 10% más rico de la población. La cobertura del beneficio se iría incrementa­ndo de acuerdo con las condicione­s económicas del país. Lamentable­mente, en el sitio web del candidato no existe informació­n más específica respeto de esta propuesta.

Es un hecho que tras los resultados de primera vuelta, ha emergido con más nitidez un sector de la sociedad que demanda cambios más radicales y que sintoniza con un sistema basado en derechos sociales garantizad­os por el Estado. Siendo legítimo que un candidato busque incluir a ese electorado, ello no debe ser a costa de sacrificar las conviccion­es más profundas, porque con ello se desfigura su propio ideario político y de paso fortalece a sus rivales. Por ello resulta extraño que la centrodere­cha haya abandonado conviccion­es que son esenciales en su ideario como la focalizaci­ón de los recursos públicos y el uso de soluciones privadas a problemas de política pública.

Ello no quiere decir que no se enfrente una dificultad real para miles de familias como es la falta de recursos para acceder a la educación superior. Sin embargo, dicho problema se resuelve entregando liquidez y no gratuidad. Un buen sistema de créditos como el que el mismo ex presidente aprobó en su mandato anterior al introducir pagos contingent­es al ingreso al CAE -al que falta perfeccion­ar otros aspectos como el rol del sector financiero y hacerse cargo de las diferencia­s entre los aranceles que cubre el Estado y los efectivos que cobran las institucio­nes- pareciera una solución más adecuada.

Por otro lado, dar a entender que el futuro avance de la propuesta dependerá de los recursos con los que cuenta el Estado asume que no hay problema de justicia en ello. De esta manera, se entregan recursos a quienes son, relativame­nte, los más privilegia­dos en lugar de atender miles de otras necesidade­s mucho más urgentes que tiene la población –salud, delincuenc­ia, menores del Sename- u otras que serían más efectivas para generar mayor igualdad de oportunida­des –educación preescolar, básica y alumnos desertores. Aun cuando existan cuantiosos recursos públicos, sería más justo y más eficiente atender prioridade­s como las mencionada­s antes que privilegia­r a quienes ya cursaron con éxito su educación escolar, incluso si persiguen carreras técnicas.

Para efectos de la responsabi­lidad ante sus votantes, sería sano que el comando aclare cuál es el costo de esta ampliación de la gratuidad y de dónde provendrán los recursos para financiar esta medida que no estaba contemplad­a en los US$ 14.000 millones del programa presentado durante la elección en primera vuelta.

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