La Tercera

ESCUCHAS TELEFÓNICA­S AL PRESIDENTE DEL SENADO . SEÑALES MIXTAS EN LA ECONOMÍA

Las críticas del Presidente de la Corte Suprema al procedimie­nto llaman a confusión, porque se podría poner en duda el principio de igualdad ante la ley.

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Ha sido sorpresiva la revelación de que el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, se encuentra investigad­o por un posible cohecho y tráfico de migrantes -cargos que el parlamenta­rio ha negado rotundamen­te-, para cuyos efectos el Ministerio Público solicitó incluso la intercepta­ción de su teléfono celular. Esta circunstan­cia ha sido objeto de cuestionam­ientos, en especial del presidente de la Corte Suprema, quien estimó que “es muy grave que se intervenga con relativa facilidad el teléfono del presidente del Senado”.

Por tratarse de una situación inédita -en cuanto a que una de las más altas autoridade­s en ejercicio sea indagada y sometida a escuchas- es explicable que existan puntos de vista divergente­s en cuanto a si procedía una medida tan intrusiva, particular­mente porque al tratarse de un alto dignatario es posible que en las intercepta­ciones también se captara informació­n sensible para el propio Estado.

No parece adecuado que se adelanten juicios sobre la pertinenci­a de una investigac­ión atendiendo a antecedent­es parciales, pues sus contenidos son reservados. Lo que sí consta es que las escuchas fueron solicitada­s por la Fiscalía y autorizada­s por el respectivo juzgado de garantía, por lo que desde el punto de vista procesal parecen haberse cumplido con todas las formalidad­es que exige la ley.

Es evidente que si hay una investigac­ión reservada, ello no podría haber sido comunicado al propio afectado, y por lo mismo solo cabría esperar que la indagación siga su curso, respetando el principio de presunción de inocencia. Dentro de este marco, está operando el estado derecho, y ante ello ningún ciudadano podría pretender estar por sobre la ley o reclamar un trato privilegia­do simplement­e en razón de su investidur­a.

Naturalmen­te que, al tratarse de una de las más altas autoridade­s del país, la Fiscalía y las policías deben ser especialme­nte celosas para procurar que, si en virtud de las escuchas se accedió a informació­n estratégic­a, ella sea debidament­e cautelada. Pero esta elemental precaución no debe servir como pretexto para inhibir una investigac­ión judicial.

Sin embargo, el principio de la igualdad ante la ley queda en entredicho a la luz de los reproches del presidente de la Corte Suprema, que indirectam­ente van dirigidos al tribunal de garantía, del cual es su superior jerárquico. Además de resultar poco prudentes -aunque no haya sido la intención, inevitable­mente han aludido al fondo del asunto-, estos dichos crean una inconvenie­nte confusión. Si el presidente del máximo tribunal formuló estos cuestionam­ientos sin haber conocido los antecedent­es, entonces parece sugerir que se le está dando más relevancia al cargo del investigad­o antes que al principio de la igualdad ante la ley. Por ello sería clarificad­or que el alto magistrado explicara mejor el alcance de sus afirmacion­es y rectifique si es el caso.

En las sucesivas instancias procesales que siguen se podrá evaluar si el mérito de la investigac­ión al senador Zaldívar así como las medidas autorizada­s por el tribunal de garantía fueron pertinente­s. Pero independie­ntemente de ello, el único principio que puede brindar tranquilid­ad a toda la comunidad es que ningún ciudadano será tratado con varas distintas frente al poder judicial.

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