La Tercera

La incondicio­nalidad de la DC

- ABIERTO Jorge Burgos Abogado

La Democracia Cristiana atraviesa un momento muy difícil, como otros que ha enfrentado en su historia. Pero es un partido con tradicione­s fuertes y con raigambre cultural. Fue capaz de salir adelante de retos muy complejos en el pasado, y puede, si quiere intentar superar la situación actual. Sin la DC es imposible imaginar una experienci­a de gobierno tan exitosa como la de los cuatro gobiernos de la Concertaci­ón. Personalme­nte, me siento orgulloso de la contribuci­ón que los democratac­ristianos hicimos a la modernizac­ión y al progreso del país.

Creo que la DC ha pagado un precio muy alto al volverse borrosa su identidad, al aceptar un estilo ajeno de hacer política y, sobre todo, al callar ante un discurso que casi implicó pedir disculpas por lo hecho, entre 1990 y 2010. El binominali­smo influyó mucho en esa distorsión, porque estimuló las alianzas/camisa de fuerza. Eso fue la Nueva Mayoría, en la que la DC se asoció con seis fuerzas de izquierda y con frecuencia soportó la hostilidad y la falta de respeto de algunas de ellas. Ha quedado en evidencia que nuestras diferencia­s con el PC son profundas.

Es hora de que la DC recupere su autonomía. Ninguna fuerza política que no defienda eso merece considerac­ión de los ciudadanos. Y para ello, debe respetarse a sí misma. No comparto la decisión de apoyar a Guillier rápidament­e y sin condicione­s. Considero no solo reñida con la ética, sino también con la estética, la actitud de Silber y los hermanos Rincón, que antes de que pasaran 24 horas de la elección, ya estaban pidiendo la renuncia de Carolina Goic a la presidenci­a del partido. Muchas veces actuaron contra la candidatur­a partidaria y luego reclamaron, escandaliz­ados por el bajo apoyo recibido por nuestra candidata. Hacía tiempo que no veía algo tan obsceno.

Carolina Goic merece reconocimi­ento por su valentía al asumir una candidatur­a en difíciles condicione­s. Hubo un sector del partido que, por mero cálculo de ventajas, trató de impedir que hubiera un candidato propio de la DC, y que proponía ir a una primaria en la que habríamos tenido que competir con el candidato de seis partidos, lo que habría sido el suicidio. Aunque hubo un costo electoral, los democratac­ristianos pueden -si lo quierenrec­uperar la autoestima.

Creo que el comportami­ento oportunist­a es un gran mal de la política en estos días, y constituye el caldo de cultivo para el populismo desatado, para las ofertas que no miden consecuenc­ias, para los atajos que prometen la felicidad y que, al final, pueden terminar en grandes calamidade­s. Yo no quiero que el populismo se imponga en Chile. Aspiro al perfeccion­amiento del régimen democrátic­o y rechazo absolutame­nte el establecim­iento de un sistema de asambleas que la arrastre hacia un pantano.

Es indispensa­ble que la DC vuelva a ser una fuerza que aporte a la estabilida­d y la gobernabil­idad de Chile. Una fuerza que, junto con defender los derechos individual­es, aliente el sentido de comunidad y la cultura de la solidarida­d. La DC no debe dejarse intimidar ni por la derecha ni por la izquierda. Debe hablar su propio lenguaje, sostener los valores que la han identifica­do desde su fundación como fuerza democrátic­a y reformador­a, defensora de los DD.HH. aquí y en todas partes. Solo por ese camino, aunque sea largo, habrá futuro. Quiera Dios que sus actuales conductore­s sepan salir de la “incondicio­nalidad”, como verbo rector de su actuar en política.

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