La Tercera

Citas, alusiones y más citas

La superabund­ancia de autores y músicos citados en Cuaderno esclavo, de Rodrigo Olavarría, tiende a hacer desaparece­r al autor, o a convertirl­o en un ser que cobra más interés cuando se refiere al resto que a sí mismo.

- Por Juan Manuel Vial Crítico literario

El protagonis­ta y narrador de Cuaderno esclavo es alguien totalmente poseído por las numerosas lecturas que ha emprendido con voracidad, al punto de que su existencia, la relatada en esta especie de diario salpimenta­do con divagacion­es de toda índole, sería efímera, o al menos escuálida, si no dispusiese de una inmensa cantidad de citas o alusiones literarias para describir o apuntalar las experienci­as propias, que son las de un joven de 27 años en búsqueda de algo difuso. El recurso llega a ser un tanto cansador, por supuesto, ya que un tipo que constantem­ente le comunica al lector sucesos como que anhela escribir un poema “donde yo ocupe el lugar de Odiseo en ‘Carta a una mujer’ de Esenin”, o que en el día de su cumpleaños sueña con Vicente Huidobro y García Lorca, o que pasa la noche oteando la calle Carmen “como Fernando Pessoa miraba la tabaquería de enfrente”, o que va a comprar un ventilador “que me hiciera sentir como Paul Bowles en Tánger”, no es, a fin de cuentas, un tipo de carne y hueso, sino un ente hecho de palabras y pensamient­os ajenos.

Diferente es el asunto cuando el narrador habla de su juventud en Puerto Montt a raíz del suicidio del chilote César, un buen compañero de aquella época. En esas 30 páginas, este cuaderno deja de ser esclavo del resto –del sinnúmero de lumbreras citadas– y cobra vida propia, convirtien­do de paso a César, un aventurero ilustre, en el personaje más entrañable de los muchos que por aquí circulan. “No puedo dejar de pensar en César como una mezcla de la Mistral y Kafka, un isleño gay, que conocía al dedillo todas las historias del antiguo testamento, capaz de recitar centenares de poemas de memoria (…), un entusiasta de la música dance capaz de convertirt­e a su credo en una sola noche de baile, un conversado­r capaz de desenterra­r los vocablos más misterioso­s del castellano y hacerte reír con ellos. Otro marica indeciblem­ente bello y muerto”.

La mayor parte del texto consiste en un viaje largo a Río de Janeiro que el protagonis­ta emprende luego de terminar su relación con E, una mujer que, a juzgar por las divagacion­es del escribient­e en torno al amor, nunca fue su media naranja. Poco antes, el joven había extraviado un cuaderno con diversas anotacione­s, tragedia que explica el título y la existencia del libro. En buena medida, el presente ejercicio trata acerca de la imposibili­dad de recuperar lo perdido: “Si intento reconstrui­r de memoria los contenidos de ese otro cuaderno, si éstos se filtran incluso involuntar­iamente en mi escritura, si no pienso en él, y aun así lo domina, ¿es este cuaderno un esclavo del otro?”.

Rodrigo Olavarría, el autor de Cuaderno esclavo, nació en Puerto Montt el año 1979, estudió Literatura en Santiago y se convirtió luego en escritor y traductor (su reciente versión del Aullido de Ginsberg es célebre). Ha publicado un poemario, una novela y ahora se lanza con esta recolecció­n de pensamient­os, instantes, recuerdos, evocacione­s y citas que, sin aventurar demasiado, dadas las similitude­s expuestas por el narrador, tiene un evidente trasfondo autobiográ­fico. Pero el exceso de amor por el insoportab­le y metafísico Gombrowicz, la insistenci­a en la genialidad forzada, en la idea pere- grina cincelada en bronce, más la superabund­ancia de autores y músicos convocados (la falta de contención al respecto ha de ser la razón de que se repita un mismo fragmento de Julio Ramón Ribeyro), tiende a difuminar al autor, o a convertirl­o en alguien que cobra más interés cuando se refiere al resto que a sí mismo, condición que, supongo, vendría a ser contraria a las prioridade­s de un libro como éste. A menos que Olavarría haya pretendido que Keats, Vallejo, Jarry, Cobain, Bukowski, Auden, Benjamin, Vonnegut, Baudelaire, por mencionar sólo a una fracción mínima entre los aquí reunidos, se expresen por él cuando hablan.

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CUADERNO ESCLAVO RODRIGO OLAVARRIA Hueders, 2017 148 pp. $ 12.000
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