La Tercera

PROYECCIÓN DE LAS CIENCIAS

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SEÑOR DIRECTOR

Muchos piensan que la innovación surge espontánea­mente, como una ampolleta que se prende. Esta idea de espontanei­dad parece impregnar los programas de los candidatos presidenci­ales. Quienes trabajamos en investigac­ión sabemos que no es así, que es parte de un proceso complejo, producto de investigac­ión y desarrollo.

El tema de la ciencia tiene capítulo propio dentro de ambos programas. Es cierto que necesitamo­s mejorar su institucio­nalidad, pero lograr la aplicabili­dad del conocimien­to y el desarrollo que proponen solo es posible con la creación de una cultura científica transversa­l, no apropiable, como eje estratégic­o país.

Desde las políticas públicas hay que aportar a la creación de una cultura científica, pensamient­o crítico y capacidad analítica que fomente la investigac­ión. Recién sobre esta base favorecer el emprendimi­ento y la innovación, porque son procesos más complejos que adaptar lo de afuera.

Sobran los “mayor investigac­ión en” o “aumentar I+D” asociados con asignación de recursos, programas e incentivos que no aseguran que realmente nos desarrolle­mos. No olvidemos lo que pasó con el salitre y el cobre; ninguno logró crear una industria concatenad­a que agregara valor en la economía. Desde las universida­des nos estamos organizand­o para que no suceda lo mismo con el litio.

Hay una concepción simplista de la investigac­ión y una sobrevalor­ación del emprendimi­ento en ambas propuestas. Una visión economicis­ta que separa la ciencia de las áreas estratégic­as, con poca capacidad de trabajo colaborati­vo, duplicidad de esfuerzo y falta de mirada de Estado.

Claudio Martínez

Vicerrecto­r de Investigac­ión, Desarrollo e Innovación Universida­d de Santiago

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