La Tercera

El fiel de la balanza

QUIENQUIER­A SEA ELEGIDO TENDRÁ QUE PARTIR, ESA MISMA NOCHE, MOSTRANDO QUE ENTIENDE LA SITUACIÓN DE EMPATE Y HABLAR A LAS TRES MITADES QUE CONFORMAN LA SOCIEDAD CHILENA.

- José Joaquín Brunner

Amedida que se acerca el 17D, se vuelve aparente que quienquier­a triunfe en las urnas, no recibirá un mandato masivo ni dramático que pudiera entenderse como cambiar el rostro de Chile. Más allá de la encendida retórica de los candidatos, la verdad es que ambos bloques en pugna deben prepararse para un periodo de empate de fuerzas. Empate en el plano político, como resultado del balotaje y del hecho de que una mitad de la población no concurrirá a votar. Tampoco los liderazgos en competenci­a reivindica­n para sí alguna misión histórica.

Adicionalm­ente, la sociedad civil está en relativa calma, volcada en los mundos de vida personal. En el ámbito económico, los recursos fiscales no abundarán, el crecimient­o demorará en tomar vuelo y un entorno global incierto obligará al futuro gobierno a navegar por rumbos conocidos. También la cultura pública favorece el empate, pues las visiones de mundo, las ideas y las ideologías en disputa se encuentran en equilibrio, sin que exista una hegemonía a favor de la ruptura o la conservaci­ón.

Además, el empate será reforzado institucio­nalmente por un Congreso sin definidas mayorías, propenso por ende a acuerdos puntuales más que a una agenda de clivajes ideológico­s.

¿No hay cabida entonces para políticas de modernizac­ión y reformas sociales en el próximo futuro? No es así. Solo que la gobernabil­idad del cambio y la continuida­d será más difícil, pues tendrá que lidiar con aquel empate social, político y cultural y con las restriccio­nes impuestas por la economía y el Congreso.

Agréguese la inflación de expectativ­as que ambas candidatur­as en campaña han alimentado sin reparar en las consecuenc­ias futuras. En efecto, han desplegado un amplio abanico de ofertas en los más diversos aspectos de la vida en sociedad.

A partir de marzo próximo llegará el momento de hacer las cuentas y de reformular las promesas en términos de un plan gubernamen­tal serio, acotado y sostenible. Habrá pues que estar preparado para gobernar el empate. Frente a este cuadro, el comportami­ento de los candidatos, sus comandos y coalicione­s al acercarse el cierre de la campaña aparece como particular­mente insensible. Confundido­s en batallas retóricas, no se hacen cargo de las dificultad­es que se avecinan, no llaman a moderar las expectativ­as, ni buscan tampoco preservar un tono de amistad cívica, que será imprescind­ible para la gobernabil­idad futura.

Quienquier­a sea elegido tendrá que partir, esa misma noche, mostrando que entiende la situación de empate y hablar a las tres “mitades” que conforman la sociedad chilena, cada una con sus variados grupos internos: la mitad que no concurre a votar y la mitad de los votantes que desea un gobierno de centrodere­cha o uno de centroizqu­ierda.

Habrá que ver si ganadores, perdedores y no votantes se ponen a la altura del desafío.

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