La Tercera

La felicidad de la inclusión

Andrés Maripil es uno de los casi tres millones de personas en situación de discapacid­ad en el país. Esta es su historia de superación.

- Por P.Yévenes

Cuando Andrés Maripil nació, hace 31 años, su familia pensó que por su discapacid­ad intelectua­l jamás podría ser feliz. Creyeron que dependería de ellos por siempre, y la idea de que algún día trabajara jamás pasó por su cabeza. Sin embargo, contra todo pronóstico, él decidió salir a buscar una oportunida­d laboral.

En 1995 ingresó a la Escuela Diferencia­l Los Lirios, pertenecie­nte a la fundación Coanil, y 15 años más tarde, una vez que terminó sus estudios, se capacitó en uno de los talleres de la organizaci­ón, pues la idea era clara: Andrés quería trabajar. Y lo consiguió.

Desde hace seis años trabaja en un local de comida rápida en la comuna de Las Condes. “Todos los días me levanto a las 6 de la mañana para ir al trabajo. Allí estoy casi todo el día ayudando a retirar bandejas y preocupánd­ome de que todo esté limpio”, cuenta Maripil, quien es fanático de Colo-Colo.

Al igual que él, en Chile hay casi tres millones de personas, de distintas edades, que están en situación de discapacid­ad, según los datos del último estudio del Servicio Nacional de Discapacid­ad, efectuado en 2015.

La buena noticia es que al igual que Andrés, a partir de febrero de 2018, muchos de ellos podrán optar a un empleo, gracias a la entrada en vigencia de la Ley de Inclusión Laboral, que obligará a las empresas y organismos públicos que cuenten con 100 o más trabajador­es a contar con al menos un 1% de personas en situación de discapacid­ad, brindando una oportunida­d a miles de discapacit­ados a lo largo del país.

Con esto, se establecen normas para que quienes tengan alguna discapacid­ad accedan a una remuneraci­ón más justa, con base en el ingreso mínimo.

“Andrés cambió el foco de nuestra vida”, dice emocionado su hermano Elías, pues el joven se ha superado enormement­e. “Cuando comenzó, lo fui a dejar el primer día, después aprendió a irse solo”, contó.

Y tanto le gusta y valora su trabajo, que incluso va en vacaciones para saber si puede dar una mano en algo. “Soy muy responsabl­e y me gusta saber cómo van las cosas. Entonces vengo acá, me instalo en una mesa a ver cómo van mis compañeros y ayudo en lo que puedo”, cuenta Andrés. Pero no todo es trabajo, en su tiempo libre también le gusta jugar fútbol y subir el cerro San Cristóbal en bicicleta.

Magdalena Delpiano, coordinado­ra técnica del área laboral de Coanil, explicó que para lograr que más jóvenes como Andrés se inserten en el mundo del trabajo, “lo principal no es adquirir la especialid­ad en una actividad particular, sino que éstas sean un medio de desarrollo para competenci­as genéricas, como la responsabi­lidad, tolerancia a la crítica, frustració­n y el trabajo en equipo”.b

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► Andrés Maripil (31) trabaja desde hace seis años en un local de comida rápida.

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