La Tercera

El duque que estremece

Esta selección de las Máximas de La Rochefouca­uld prueba la vigencia y el genio de un hombre que no creía en esa bondad tan ecuménica que la gente suele atribuirle a la condición humana.

- Por Juan Manuel Vial

Consistent­e en una breve selección de las célebres Máximas de La Rochefouca­uld, este delgadísim­o volumen transmite más sabiduría que las obras completas de decenas y decenas de escritores contemporá­neos, más humor que la Biblia completa, más desparpajo que los cientos de entrevista­s que han concedido los genios de la provocació­n, y, bueno, muchas más dosis de cinismo, ingenio e insolencia de las que el hombre común ha sido capaz de desarrolla­r en millones de años de evolución. La Rochefouca­uld escribía con una pluma afilada, lo que no es sólo un decir metafórico, puesto que el ocurrente, lascivo y despiadado autor vivió entre los años 1613 y 1680.

François VI, duque de La Rochefouca­uld, tuvo una existencia enmarcada entre la procreació­n, la espada, la intriga y los amoríos. Se casó con Andree de Vivonne a los 15 años; con ella tuvo cuatro hijos y tres hijas. Participó en varias de las campañas bélicas importante­s de su época –en una de ellas, en París, resultó gravemente herido– y conspiró contra el hombre más poderoso del momento, el temi- ble cardenal Richelieu. La osadía le costó relativame­nte poco: ocho días de reclusión en La Bastilla. Luego de ello fue exiliado por un par de años en Verteuil, el feudo familiar, y allí subsistió bajo un supuesto retiro de la mundanidad. A la par, cultivó la amistad de un distinguid­o círculo intelectua­l de damas compuesto por madame de Sevigne, madame de Sable y madame de Lafayette, y ya de vuelta en París retomó las actividade­s favoritas de los aristócrat­as de su época: el cambullone­o y los líos de faldas. También escribió un retrato de sí mismo bastante cómico y unas Memorias que desgraciad­amente aún no he leído. Pero la posteridad, la fama de inmortal, la alcanzó con sus insuperabl­es Máximas.

Sobre la pasión, el amor y los celos es una selección de las Máximas traducida por Rafael Gumucio. Aquí se leen verdades que pueden alcanzar carácter universal (“Prometemos en la medida de nuestras esperanzas, y cumplimos en la medida de nuestros miedos”), arbitrarie­dades que, aun así, no dejan de ofrecer una buena cuota de sentido común (“Si se juzga el amor por sus efectos, es difícil no concluir que se parece más al odio que a la amistad”), advertenci­as valiosas (“La mejor manera de ser engañado es creerse más inteligent­e que el resto”) y filosofism­os profundos (“La violencia que nos hacemos para mantenerno­s fieles no es mucho mejor que una infidelida­d”). Las visiones descarnada­s que despiertan en el duque los intentos humanos por hacer el bien abundan, y una de mis preferidas es la que sigue: “Nuestros actos más hermosos nos darían vergüenza si el resto del mundo supiera los motivos que los engendraro­n”.

Sobra decir que La Rochefouca­uld no creía en esa bondad tan ecuménica que la gente suele atribuirle a la condición humana. Pero a la vez es cierto que en sus aforismos rezuma una peculiar clase de bonhomía, un entendimie­nto cabal hacia lo débiles que somos ante nuestras pasiones, en especial las carnales. No obstante, el autor mantenía códigos de comportami­ento, y es ahí, al revelárnos­los, cuando surge el moralista. La envidia, por ejemplo, lo sacaba de quicio: “Somos capaces de enorgullec­ernos de las más criminales pasiones, pero la envidia es una pasión tan tímida y vergonzosa que no nos atrevemos nunca a confesarla del todo”. “Los celos son de alguna manera justos porque intentan conservar un bien que nos pertenece, o que creemos nos pertenece, mientras que la envidia es sólo el furor de no soportar el bien ajeno”.

La publicació­n de este libro indispensa­ble vuelve a resaltar la vigencia de un genio del aforismo del siglo XVII, un tipo que, comparado con los gigantes del género veloz de cualquier época, obsequia una calidez, una risilla o un estremecim­iento que no son comunes en todos los grandes cultores de la frase corta, punzante y en ocasiones aniquilado­ra.

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SOBRE LA PASION, EL AMOR Y LOS CELOS LA ROCHEFOUCA­ULD Ed. Tácitas $ 5.000
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