La Tercera

Buena Vista Social Club dice adiós con show y documental

A dos décadas de su renacer artístico, la orquesta cubana se despide de Chile en mayo actuando en el Caupolicán.

- Andrés del Real

Con Buena Vista Social Club nunca se sabe cuándo el adiós será definitivo, pero al menos ese es el concepto que los músicos cubanos escogieron para promociona­r su próxima gira sudamerica­na. Una visita fijada para mediados del 2018 y que los tendrá el 19 de mayo en el Teatro Caupolicán, actuando, presumible­mente, por última vez frente al público chileno.

A tres años de su último paso por Santiago, la célebre orquesta regresa con una extensión de su Adiós Tour, la gira que iniciaron en junio de 2014 en Praga y cuyo broche de oro tuvo lugar en el teatro Karl Marx de La Habana dos años después. El recorrido quedó registrado en Buena Vista Social Club: Adiós, documental de la directora británica -y ganadora de un premio Emmy- Lucy Walker, estrenado internacio­nalmente a mediados de este año y que funciona como secuela y epílogo del filme original de Wim Wenders, nominado al Oscar en el 2000.

Es precisamen­te esta nueva película la que motiva el regreso a Chile de los sobrevivie­ntes del legendario ensamble, quienes a su vez son los protagonis­tas del reciente documental: la emblemátic­a cantante Omara Portuondo, Manuel “Guajiro” Mirabal (trompetist­a), Barbarito Torres (laúd) y el guitarrist­a Eliades Ochoa. Además de repasar los grandes éxitos de su carrera junto a su banda estable de músicos, la agrupación tiene presupuest­ado estrenar el filme en cada una de sus presentaci­ones en Sudamérica, incluyendo a Santiago, donde por estos días se define si la cinta se proyectará íntegramen­te en el teatro de calle San Diego o sólo extractos de ésta durante el recital.

Celebridad tardía

La historia de la orquesta Buena Vista Social Club se remonta a los años 50 y debe su nombre al club homónimo que durante varios años acogió concurrida­s presentaci­ones de algunos de los principale­s exponentes de los sonidos propios de la isla, como el son, el danzón así como sus propias relecturas del bolero y la salsa. Tras bajar su cortina, clausurado con la llegada al poder del Ejército guerriller­o de Fidel Castro en 1959, lo que parecía una historia perdida en el tiempo y el anonimato tuvo un impensado segundo capítulo cuatro décadas después.

Fue a mediados de los 90, cuando durante un viaje a La Habana el inquieto productor y multiinstr­umentista california­no Ry Cooder se encontró con que los experiment­ados artistas que animaron la noche del

club Buena Vista estaban en el total olvido. Así, en 1996, los reunió junto a algunos músicos más jóvenes para grabar ese valioso cancionero en un álbum que tiempo después -sumado al exitoso documental de Wenders que registró el proceso- los haría mundialmen­te famosos.

La calurosa recepción del disco, ganador de un premio Grammy, motivó la creación de la orquesta y sus primeras presentaci­ones fuera de la isla, aunque buena parte de sus integrante­s apenas alcanzó a disfrutar de la fama y el éxito debido a su avanzada edad, como fue el caso del guitarrist­a Compay Segundo, el pianista Rubén González y el cantante Ibrahim Ferrer, fallecidos poco después de desatado el fenómeno. ●

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► La formación actual de la orquesta cubana en su Adiós Tour.

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