La Tercera

Las diez comunas clave donde Piñera y Guillier se juegan la elección

Son las zonas que hoy concentran la mayor parte de la atención de los comandos. Están en las regiones Quinta y Metropolit­ana, suman casi el 20% de la votación nacional en primera vuelta y en todas ellas Beatriz Sánchez obtuvo más del 25%.

- Axel Buchheiste­r

Que Beatriz Sánchez haya tenido que recurrir a un pretexto burdo –el magnificad­o asunto de los votos marcados de Piñerapara justificar que va votar por Alejandro Guillier, muestra que anunciarlo le provocaba serios costos, no ante el ciudadano común, sino que ante los dirigentes y bases más ideologiza­das del Frente Amplio (FA).

Si bien he planteado que el FA se resiste a votar por Guillier por motivos tácticos, ahora pienso que quizás la razón es que votar por él sería permitir que haya gobierno y dar gobernabil­idad, o sea, que el país siga adelante, lo que es inconsiste­nte con sus propósitos refundacio­nales.

Para cambiar de opinión, tengo en vista una reforma constituci­onal presentada por los diputados Jackson y Boric “para reconocer validez al voto en blanco” en las elecciones presidenci­ales. Parece un gustito inocuo, pero el efecto que el voto blanco se compute como válido en ellas, según la reforma, sería que: “Si en la elección de Presidente de la República el voto blanco obtuviere más sufragios que cualquiera de los candidatos, deberá repetirse por una sola vez la votación y no podrán presentars­e los mismos candidatos”. Esto se aplica tanto a la primera vuelta como a la segunda.

Sucede que en la reciente primera vuelta, hubo dos candidatos (Navarro y Artés) que obtuvieron menos votos que los blancos (0,59%) y si estuviere vigente esa reforma, habría que repetir la votación con otros candidatos, no obstante que el 98,44% de los sufragios manifestó preferenci­a por uno de los ocho que se presentaro­n, que quedarían excluidos. Más aún, con esa norma pudiera lograrse el fracaso de la segunda vuelta, incluso si uno de los dos candidatos obtuviere la mayoría absoluta, si el FA obtuviere que los votos blancos superaran a los que obtenga el segundo.

Todo ello, sin que la reforma explique cómo se haría para llevar a cabo una nueva elección con candidatos hoy desconocid­os, lo que probableme­nte haría necesario primarias para selecciona­rlos, y una potencial segunda vuelta, si son más de dos y ninguno tiene mayoría absoluta en la primera, antes del 11 de marzo próximo, cuando se acaba el actual gobierno. Es que parece no importar, lo relevante sería que la protesta y el descontent­o tengan un cauce de expresión -el voto blanco-, incluso si eso significa que no haya gobierno ni gobernabil­idad.

Alguien podrá salir en defensa de los diputados, diciendo que la idea es buena pero fue mal plasmada y que habría que corregirla. Eso, a lo menos, habla mal de su capacidad como legislador­es, cuando ya llevan cuatro años en la pega, y que por realizarla bien reciben dieta y fondos para costear asesorías. Pero cabe sospechar que no es un error, que el voto blanco que pretenden validar es el camino diseñado para que la minoría descontent­a pueda obstruir el avance del país y dejarlo en blanco, para luego moldearlo a su gusto. Eso sí que es ser “contra mayoritari­o”, el supuesto pecado de la Constituci­ón que pretenden reformar.

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