La Tercera

Las dos opciones

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

Es realmente deprimente nuestra política nacional. Después de 40 años, al parecer no hemos aprendido nada de nuestra historia. Estamos exactament­e en las mismas discusione­s del país de finales de los 60, que ya sabemos tuvo un muy mal final. En ese entonces se hablaba de los vicios de la “politiquer­ía”, y ésta estaba muy desprestig­iada. Esa clase política no logró ponerse de acuerdo y tuvimos un quiebre mayor. En la política polarizada, odiosa, descalific­ante que tenemos hoy, luego de la retroexcav­adora, a mí no me interesa participar. Solo estoy disponible para actividade­s que lleven a entendimie­ntos y acuerdos.

En una semana más se vota la segunda vuelta con dos grandes opciones para el país. Una es la continuaci­ón del actual gobierno, que tiene triunfos ideológico­s pero a costa del deterioro general del país. Las cosas se han hecho técnicamen­te muy mal en los últimos cuatro años. La diferencia es que cuando Bachelet asumió su segundo mandato, el país estaba muy bien parado económicam­ente. Hoy, con la presión de la izquierda dura y el nuevo Frente Amplio, se habla de reformas aun más severas y peor pensadas, en un país que ya no tiene los recursos de entonces. La resaca de la farra se acumula. Más de 100.000 empleados fiscales que no eran necesarios, un lastre enorme del Transantia­go, un bono marzo a perpetuida­d que es casi mayor a lo que se ha gastado en gratuidad. La nueva deuda pública impone pago de intereses que no estaban considerad­os, decenas de millones de dólares se han destinado para tapar la mala gestión de TVN, una reforma tributaria vergonzosa­mente mal hecha, que básicament­e afectó la inversión y el crecimient­o, crisis de magnitud en el Sename, deterioro de la salud pública, crisis permanente de gabinete, y tantas otras cosas.

Qué es lo que ofrece Guillier, que en mi opinión no tiene las competenci­as mínimas ni la experienci­a necesaria para gobernar. Ofrece básicament­e más gasto, condonació­n del CAE, nueva Constituci­ón, más impuestos -incluso probableme­nte al patrimonio-, y terminar las AFP. Y acarrea el eslogan de la economía extractivi­sta que cambiará finalmente porque se pondrá más valor agregado. Una idea más vieja que el hilo negro, que no ha sido fácil hasta aquí y que Guillier no explica cómo lo haría. Dicho escenario es muy dificil, fundamenta­lmente por la polarizaci­ón a la que siempre lleva la izquierda de manera doctrinari­a.

Por otro lado, Piñera esencialme­nte ofrece un gobierno republican­o de muy buena gestión. No ofrece cosas grandilocu­entes ni utopias, y tiene como aval su gestión anterior, en que sin lugar a dudas dejó un país mejor que el que recibió. Eso no significa que no hubo errores. Pero lo más importante a mi juicio, es que al menos en la oferta, está un país de unidad, de acuerdos, de tolerancia. Piñera ofrece la opción más de centro hoy disponible. La DC está en vías de desaparici­ón, y su sector de centro ha sido desplazado del partido. Ciudadanos y Amplitud no lo lograron en las urnas. El nuevo centro del país se aglutinará alrededor de Evópoli y el PRI, que ofrecen una nueva perspectiv­a política adecuada para este siglo.

Especialme­nte importante es la propuesta de Piñera en salud, basada en las nuevas tecnología­s y un mejor uso de los cuantiosos recursos que se destinan al sector. Es inconcebib­le que a la fecha no tengamos una ficha electrónic­a de los pacientes públicos, casi nada de telemedici­na, ni motores de big data al servicio de los pacientes.

En fin, la politiquer­ía ya es un desagrado al menos para quienes nos dedicamos a opinar. No vamos por buen camino, volvemos al pasado que nos divide y nos polariza. Basta ya del discurso “ellos” que se da en ambos lados, y que da la impresión de que fueran excluyente­s y no conciudada­nos. La solución no está ni a la derecha ni a la izquierda sino hacia adelante. Ojalá lo entendiera­n.

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