La Tercera

Restriccio­nes a nuevos colegios

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Un estudio de Acción Educar dio cuenta de los efectos prácticos de una de las restriccio­nes que estableció la denominada Ley de Inclusión. De acuerdo a la legislació­n, para poder abrir nuevos colegios debe existir una “demanda insatisfec­ha” y que “no exista un proyecto educativo similar en el territorio que se pretende desarrolla­r”. Esto significa que en capitales regionales como Rancagua, Talca o Temuco no pueden abrirse nuevos establecim­ientos; lo mismo sucede en municipios capitalino­s como Providenci­a o Colina.

Las implicanci­as de esta política son diversas. En primer lugar, restringe fuertement­e la libertad de enseñanza consagrada en la Constituci­ón. Por otro lado, dificulta las opciones de los apoderados para elegir el colegio que más se ajuste a sus intereses. Por ejemplo, el criterio de insatisfac­ción de demanda solo se considera en cuanto al número de cupos disponible­s, obviando que es posible que en una comuna pueden existir muchas vacantes disponible­s pero solo en establecim­ientos de modestos resultados académicos. Finalmente, establece oligopolio­s, donde unos pocos establecim­ientos tendrán un público cautivo, diluyendo los incentivos por satisfacer las necesidade­s de las familias y elevar la calidad académica.

Como si lo anterior no fuese suficiente para darse cuenta de lo inconvenie­nte de esta medida, con esta norma serán funcionari­os de las Seremías regionales del Ministerio de Educación quienes definan qué proyectos educativos son valiosos y merecen ser abiertos, incorporan­do discrecion­alidad burocrátic­a a una decisión que antes estaba en manos de las familias.

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